A lo largo de la vida todos nos hemos sentimos con una espinita molesta que nos lastima diciéndonos que algo, o más a menudo alguien, nos falta, sin embargo, aprendemos a vivir con esa falta, e incluso llegamos a superarlo. Le llaman seguir adelante, madurar, o aceptar nuestro destino, tanto Johana como Robert, aceptaban que su destino nunca fue que ellos dos se juntaran, la espinita de Robert era su orgullo lastimado, la certeza de haberse enamorado y no haber sido correspondido, para Johana sin duda era más difícil. Johana podía sentir cómo su cuerpo cambiaba, como otra vida se desarrollaba en su interior, dando patadas y haciendo crecer su vientre, estaba aterrada por no poder dar a su hija alguien que la representara, que dijera ante el mundo sin rastros de vergüenza “esta niña es
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