A lo largo de la vida todos nos hemos sentimos con una espinita molesta que nos lastima diciéndonos que algo, o más a menudo alguien, nos falta, sin embargo, aprendemos a vivir con esa falta, e incluso llegamos a superarlo. Le llaman seguir adelante, madurar, o aceptar nuestro destino, tanto Johana como Robert, aceptaban que su destino nunca fue que ellos dos se juntaran, la espinita de Robert era su orgullo lastimado, la certeza de haberse enamorado y no haber sido correspondido, para Johana sin duda era más difícil.
Johana podía sentir cómo su cuerpo cambiaba, como otra vida se desarrollaba en su interior, dando patadas y haciendo crecer su vientre, estaba aterrada por no poder dar a su hija alguien que la representara, que dijera ante el mundo sin rastros de vergüenza “esta niña es
Robert llamó a sus abogados de Milán les indicó prestar la colaboración para que procediera la demanda de divorcio, pero se sentía mal, porque el día que decidió casarse con Johana lo hizo con determinación, como todo en su vida, Robert era estricto con el mismo y una vez se decidía a hacer algo lo hacía bien, su matrimonio era su único proyecto fallido, algo que ni siquiera pudo comenzar, la intriga de no haber podido ver a Johana después de haberla sentido tan de él le molestaba, así que continuó su plan de llevar su vida como era previa a Johana, pero con más intensidad, trabajaba más, dormía menos, y disfrutaba de más mujeres, ahora que con Natalie la cosa era furtiva, no tenía que estar pendiente de que ella no lo descubriera, era lo mejor. Eso se repetía… Aunque muy pron
La tormenta era furiosa, pensó que era cosa de un momento y podía regresar, ahora sentía un miedo real de aventurarse hasta la casa, los vientos eran tan fuertes que ella sospechaba podrían hacerla volar y su estado era delicado, un dolor sordo en la espalda baja que sentía persistente de a momentos y se aliviaba después la hizo lamentarse. Un apagón la dejó por completo a oscuras, se asustó no pudo evitarlo, pero al minuto el generador de emergencia hizo regresar la electricidad permitiéndole ver de nuevo a su alrededor. —Johana estás embarazada —observó Robert asombrado aún negándose a creer lo que sus ojos veían, era ella y tenía un enorme vientre. Johana brincó del susto, no podía creerlo, tenía 8 meses que no veía a Robert Mendoza, el dolor sordo ahora más fuerte regresó haciéndola encorvar,
Después de aquel encuentro donde Robert fue quien ayudó a su hija a venir al mundo, sin saber que de hecho se trataba de su propia hija, se fue del rancho de Alejandro De las Casas sintiendo un vacío que se acentuaba al recordar lo feliz que fue esa corta temporada con Johana en Milán, pensaba que debió haber hecho caso a Pablo ese día que se enteró de que Johana era la prometida de Alejandro y divorciarse sin más, él solo quería su vida de antes, pero ahora estaba peor, porque sabe que Johana le ha dado el mejor regalo a un hombre que no es él, y aunque en el momento que se casó con ella no quería tener hijos ver a esa pequeña criatura tan hermosa entre sus brazos lo hizo sentir vacío porque ahora no sería ese a quien esa voz tierna llamara papá en el momento que aprenda hablar.
Mientras tanto en España, Natalie entró al despacho de su padre en casa, Jorge estaba con él.—Papi, ¿me llamaste?.—Cómo es posible que aún no hayas conseguido casarte con Robert —dijo de mala manera Néstor—, eres una mujer hermosa, lo buscas, has aceptado de todo para estar con él y ni despechado logras que se case contigo.—Papi, pero es que no he podido salir embarazada y esa mujer no le da el divorcio, en cuanto salga en estado, él se casará conmigo de inmediato.—Estoy rodeado de incompetentes. Johana recibió un mensaje de Alejandro, estaba llegando para acompañarlos en la fiesta y Johana bajó al lobby para recibirlo, tenían poco más de un mes sin verse y él estaría contento de ver a Mariana.Johana acompañada de Alejandro entraron en el área enorme de la piscina infantil techada con apariencia de isla del caribe, estaba llena de personas, pero Johana de inmediato detectó entre el mar de gente a Robert, su corazón comenzó a latir a millón, él estaba con Natalie del brazo, la perfecta rubia preciosa de alta sociedad, como siempre salían en revistas, verlos en persona le hizo hervir la sangre y los celos fluyeron como lava ardiente, María y Mercedes De Larsson, estaban muy cerca de Mariana, Johana puso su mano en el anCapítulo 31 Amor y odio.
Johana salió del restaurante a paso rápido, subió por el ascensor iba a su habitación, recogería su maleta, a su hija y se largaría, ella presentía que era un error venir a París en ese momento«Es claro que se hospedaría en el hotel Larsson»Se dijo Johana a sí misma, siempre en el fondo supo que vería a Robert en este viaje y sentía mucha rabia de que él la afectara de la misma manera que hace cinco años, aunque antes hubiera visto Natalie pegada a él su corazón era tan necio que insistía en amarle, al abrir las puertas del ascensor en el piso vip los niños tenían el caos propio de la infancia, a la banda de los primos Martino se un&ia
—Robert, creo que Mariana es tu hija.Dijo María sin preámbulos apenas estuvieron dentro de la suite de María y cerraron la puerta, Robert sintió tambalearse y una sensación agradable invadió su pecho, pero pronto negó con la cabeza.—Eso es imposible mamá —dijo negando y con tanto dolor que se dejaba notar en sus palabras.—Hijo, pero ya pasaron muchos años desde tu operación, aunque remota, existe la posibilidad de que pudieras haber dejado embarazada a Johana antes de que se fuera de Milán, los tiempos cuadran.—No mamá, qué
Robert esperó la llegada de los Montenegro, se reunió con ellos en la habitación que ahora es de Natalie, con ella aun llorando, Néstor con su esposa y sus sobrinos tuvieron diversas reacciones al ver a Natalie llorando, su madre fue con ella de inmediato, Susana se quedó en la puerta, Jorge apretaba la mandíbula.—Los veo aquí porque no quiero que quede la menor duda ni se preste a confusión —dijo Robert a todos—, Néstor necesito que agilices tus cosas, porque no me casaré con Natalie.—Poco hombre y sinvergüenza —respondió Néstor—, con todo lo que te has aprovechado de mi hija hoy la botas como un pañuelo usado.Último capítulo