Aunque estaba sin energía a muchos otros niveles, el consejo de Max resultó ser bastante acertado. Despertar acurrucada entre los amores de mi vida siempre resulta un consuelo, pero teniendo en cuenta la situación que tenía encima, quería quedarme así para siempre.—Buenos días.— susurró Duke. Comprobé que los otros dos aún seguían dormidos, Ayax a mi derecha y Max entre mis piernas.—¿Quieres levantarte de la cama?—negué con la cabeza suavemente, ya que aún estaba medio dormida, de modo que no mostré toda la efusividad que se merecía la pregunta.—Ya lo suponía.Sonreí y estiré el brazo hasta su cara para acariciarle.—Te está saliendo barba.— anuncié al sentir pequeñas punzaditas en la yema de mis dedos.—Para ser un hombre lobo, creo que no te puedes quejar de mi vello.— aquello me hizo sonreir aún más, lo cual parecía del todo imposible en el contexto.—¿Y si me dejo crecer la barba?—No, por favor.— susurré poniendo ojitos de cordero degollado y con las palmas de las manos juntas co
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