Salimos del restaurante y yo me sentía soñada, él rodeando mi cintura ante los ojos curiosos de los comensales, pasé mi brazo por detrás de su espalda y caminamos abrazados, antes de subir a la camioneta dimos un paseo por la playa, así abrazados hablando sobre la comida italiana.Él me preguntaba sobre los sabores y los pequeños detalles que había podido percibir de la comida y me aplaudía cada vez que acertaba con los ingredientes. En verdad era un hombre maravillosos, fuera de serie, nada que ver con ese hombre arrogante y autoritario que había conocido antes. Ahora no solo lo amaba, sino que también lo admiraba cada día más.Subimos a la parte trasera y allí no se contuvo, nos besamos durante todo el camino de egreso al chalet, yo me moría por volver a sentirlo mío, sí, mío, aunque fuera solo en esos momentos de intimidad
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