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Todos los capítulos de Daños Colaterales: Capítulo 31 - Capítulo 40
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31. Nosotros.
- Rachel, esa foto… pero... ¿Qué demonios?¿Por qué están ustedes dos tan juntos? -Lucía me miraba como si hubiera traicionado a nuestra causa.- No es lo que parece. -me apresuré a contestar. -bueno sí, pero no de la forma en que te lo imaginas.- Déjame adivinar…-dijo poniendo las manos sobre su cadera con una actitud que me recordaba a mi madre cuando se enojaba. -No pretendías enamorarte, pero aquí estamos y ahora tienes dudas.- Para nada, de hecho, todo esto es parte del plan, ¡si no estuviera con él nunca me habrían invitado a la fiesta de compromiso! ¿crees que invitan a las secretarias a esa clase de eventos?Lucía retrocedió un par de pasos, me miraba con una desconfianza que usualmente estaba reservada para otras personas. Odié que me mirara de esa forma, me costó mucho trabajo tener su confianza y ahora la había perdido es cuestión de segundos.- Supongamos que te creo, y no digo que lo haga... -dijo tras varios minutos de insoportable silencio. -Pero cuando el momento lleg
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32. Amor.
Vimos el atardecer desde la ventana de la hogareña sala de la casa. Las paredes y pisos de madera le conferían una calidez extraordinaria. A diferencia de los departamentos este lugar se sentía lleno de vivacidad, con plantas en macetas cerca de cada ventana, libreros repletos de libros y una esponjosa alfombra roja entre el sillón y la televisión. Christian y yo dormitábamos sobre la alfombra, envueltos en una sábana, cansados por las actividades previas.- Es una casa hermosa. -comenté, mi mirada se detuvo en las fotografías en la pared opuesta a la ventana. - ¿Acostumbras a visitar muy seguido?- Solía hacerlo, pero desde que comencé a involucrarme más en la compañía dejé de tener tiempo. -sonaba triste. Besé su mejilla, esperando algún día poder borrar la tristeza de su corazón. -Está bien, las cosas cambian. Es imposible esperar que todo siga igual. Mi padre siempre presiona a mi padrino para que la venda.- ¿Hay algo sobre lo que no opine el señor Daleman?- Aun no lo encuentro,
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33. Preparativos.
Había olvidado por completo mi promesa para acompañar a Christian a comprar su traje y el vestido de Dalia hasta que en vez de dirigirnos al día siguiente a la oficina fuimos a una de esas tiendas costosas que solo había visto en películas. En el exterior nos encontramos con Dalia, quien iba acompañada por dos amigas, Claudia y Mariana.- Hola, Dalia. ¿Estás lista? -la saludó Christian. Yo me mantuve en silencio, esperaba que la presencia de sus amigas la hiciera olvidarse de mí.- Por supuesto, nos preparamos para uno de los días más felices de nuestra vida. -respondió. - ¿te gusta mi vestido? ¿debería conseguir algo parecido?Miré su vestido, era largo hasta la rodilla, de color azul marino con delicadas flores doradas. Era hermoso, con un escote en forma de corazón. En mi opinión se veía más cómoda de traje, aunque nadie pidió mi opinión. Christian sonrió.- Deberías usar lo que más te guste. - ¿Seguro de que no tienes una opinión?- Dalia, yo ni siquiera estoy seguro del compromi
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34. Dos meses después.
El tiempo pasa de una forma muy peculiar, cuando esperas algo con el deseo de que ocurra lo antes posible el tiempo parece alargarse, avanza con calma, lento y sin la menor prisa. Sin embargo, cuando temes algo el tiempo corre, se asegura de llevarte al instante temido en un instante. Los dos meses antes de la fiesta de compromiso pasaron como el agua de un río, Christian seguía peleando contra la decisión de su padre y tenía un alocado discurso listo por si todo lo demás fallaba. Por su parte el señor Daleman seguía invitando a más personas influyentes, desde actores hasta políticos de gran importancia, todos estaban invitados.En ese tiempo el detective Olmos me contactó dos veces, la primera para pedirme que nos reunieran, la segunda para asegurarme que si lograba armar un caso contra Daleman intentaría asegurar mi seguridad. Como si pudiera al menos imaginar el verdadero poder del intimidante empresario.- Le daré la información. -dije al fin, más para deshacerme de él que por ayu
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35. La fiesta.
No hay plazo que no se cumpla, y tras esa última noche con Christian llegó la hora de culminar mi venganza. No había logrado destruir industrias Daleman como me proponía, el señor Daleman era demasiado poderoso e influyente para eso, pero podía destruirlo a él. Era un mortal como todos y sin importar el tamaño de su cuenta bancaria, sangraba y moriría como todos los demás.La fiesta de compromiso era en la casa del señor Daleman, y sería de las pocas ocasiones en que el millonario permitía la entrada de tantas personas a su hogar. Debido a los preparativos tenía una buena idea de cómo era el lugar, sabía dónde sería la fiesta y dónde era la habitación de mi futura víctima, un cuarto accesible mediante solo un pasillo cuidado por varios guardias y una puerta de servicio. También sabía que la celebración tendría lugar afuera, en el amplio y bien cuidado jardín que rodeaba la casa. En las vísperas se instaló un escenario y varias lonas para resguardar a los importantes invitados de los e
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36. Es el momento.
Nunca había sentido tan largas y aterradoras unas simples escaleras. No eran ni muy oscuras ni muy inclinadas, ni mucho menos llevaban a un sótano embrujado. Aún así sentía mi corazón acelerase a cada escalón y un escalofrío recorrió mi cuerpo al llegar a la puerta. Saqué la pistola y sintiendo su helado peso en mi mano entré a la habitación.El cuarto del señor Daleman era justo como esperaba, impersonal y lujoso. Cada mueble, color o decoración probablemente fue elegido con el mayo cuidado por un diseñador que nunca se imaginó viviendo ahí. Los muebles de una oscura madera brillaban de limpios y casi estaban libres de objetos. El señor Daleman se encontraba sentado en la cama, desabrochaba su corbata sin siquiera preguntarse quién había entrado. Para ser tan paranoico de verdad bajaba la guardia en su casa.- ¿Secretaria Guerra?-su voz sonaba extraña, casi como si no le creyera a sus ojos. Subí el arma, afortunadamente no me temblaban las manos.-bueno, siempre supe que acabaría así.
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37. Aliado Anónimo.
- Christian… ¿qué haces aquí? Y ¿por qué me llamas Adriana? -pregunté, también quería decirle que escuché lo que dijo en la fiesta y lamentaba mucho no poder estar a su lado. Entonces algo hizo click en mi mente. - ¿Eres Aliado Anónimo?- Así es, pero no es lo que parece…- Parece que siempre estuviste manipulándonos a todos para deshacerte de tu padre.- Ahm, bueno, entonces sí es lo que parece. -su voz sonaba honesta, yo no podía creer que todo ese tiempo me hubiera estado mintiendo, aunque no tenía derecho a sentirme ofendida, yo hice exactamente lo mismo. -Solo quería decirte que no voy a permitir que arruines tu vida de esta manera. Él no lo vale.El señor Daleman se movió un poco, aún estaba inconsciente, pero comenzaba a despertar. Teníamos el tiempo contado. Nunca, ni en mis más locas teorías imaginé que Aliado Anónimo fuera el mismísimo Christian Daleman. Ahora solo quedaba averiguar si sus razones e intenciones eran las correctas, ¿sería un niño mimado desesperado por hered
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38. Nunca tan fácil como parece.
El lunes regresé a la compañía a trabajar como si nada fuera de lo usual hubiera sucedido en la fiesta. Todos me miraron de manera extraña, aunque quizás tenía que ver con la confesión de Christian y la abrupta cancelación de su compromiso. Aún así no podía evitar sentirme observada, como si supieran que era culpable y esperaran el momento adecuado para hacérmelo saber. Incluso el guardia en la entrada se mostró un poco más silencioso de lo usual.- Hola, Rachel. Vimos lo que pasó. -Me saludó Angélica. - Debió ser horrible estar ahí…- Yo me fui temprano. -mentí, recordándome una vez más que ellos no tenían razones para sospechar. -Me enteré por las noticias. Espero que el señor Christian se encuentre bien…Ni bien falleció el señor Daleman surgieron los rumores de al menos tres mujeres que decían ser sus parejas y haber tenido a sus hijos, demandaban o dinero para guardar silencio o ver el testamento del empresario. ¿Christian estaría al corriente de eso? Siempre sospechó que su padr
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39. Otro enemigo.
Me refugié en una panadería en lo que pasaba la lluvia, al menos podía fingir que el temblor de mis manos era producto del frío y no por haber descubierto que un loco quería asesinarme, a mí y a varias personar cercanas. No sabía qué tan lejos estaría dispuesta a llegar esa persona. ¿y si lastimaba a alguien más? Cuando al fin regresé a casa estaba empapada. Me detuve en seco ante la puerta abierta de par en par.- Ay Rachel, al fin llegaste. -dijo la vecina del apartamento ubicado en frente del mío, la conocía solo porque tenía pájaros que no dejaban de hacer ruido durante la noche. -Entraron unos señores, iba a llamar a la policía, pero ¿y si revisaban mi apartamento?Tampoco era un secreto que tenía varias plantas de cierta hierba, según ella “para uso medicinal”- Hicieron un desastre y luego se fueron. Eran muchos, al menos seis…- Gracias por informarme. Veré que se puede salvar…- ¡No puedes dormir ahí! Mira, puedes quedarte conmigo por hoy, ya mañana te preocupas por arreglar
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40. La espera.
- Vine en cuanto recibí tu mensaje, fui un tonto. -contó. No había forma de saber si habían pasado minutos u horas. -Ellos me esperaban, ni siquiera tuve la oportunidad de verte y el tío Ricardo, dijeron que su seguridad y la tuya dependían de que yo fuera con ellos. No quise arriesgarlos, prometieron que ustedes estarían a salvo…- Querido, nunca confíes en la palabra de un secuestrador. -dijo una voz desde la puerta. -Aunque es cierto, no pensamos hacerles daño por ahora.- ¿Quién es? ¿Qué quiere de nosotros? -pregunté acercándome a la puerta.- Destruirlos, claro está. Aunque no necesito una bala para hacerlo.- ¿Qué quiere decir?- Lo averiguaras pronto, Rachel Guerra, ¿o debería decir Adriana?Mierda, nuestro atacante conocía mi verdadera identidad. Eso solo empeoraba la situación. ¿Quién más lo sabía? Solo Christian, Lucía y quizás un par de personas muy cercanas al caso de mi padre y Antonio podían saberlo. Sentí un nuevo temor, el de que esa persona hubiera ubicado a mi famili
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