La claridad del amanecer apareció molestando sus ojos cerrados, Leia frunció el ceño y soltó un suave quejido incómodo, quiso girarse, pero al sentir un peso sobre su cuerpo que le impidió tal acto, abrió los ojos despacio, para terminar sorprendida. —¡Dios! — mencionó del mismo modo, y casi con miedo de despertar al semidesnudo sujeto que dormía prácticamente sobre ella. Caleb gruñó molesto al oírla, pero no se despertó, Leia sintió la respiración pausada y caliente del rubio en su cuello al estar abrazándola por la cintura y con una de sus piernas entre las de ella, abrió la boca al comprender que iba a ser sumamente difícil de escapar de ahí sin despertarlo. “¿Qué hice?” se preguntó preocupada “me quedé con él,
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