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Todos los capítulos de LOS HIJOS DEL CEO: Capítulo 111 - Capítulo 120
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Capítulo 111. Un chico astuto
Marco no podía creer que Evan se hubiese atrevido a golpearlo, miró a Diego y una mirada de entendimiento se reflejó entre ellos, el joven dio un leve asentimiento de cabeza y como si estuvieran sincronizados se le fueron encima a Evan haciéndolo caer de platanazo de espaldas en el piso, pues el chico no se esperaba ese ataque.— ¡¿Qué diablos están haciendo?! —preguntó Evan un poco molesto.—Mi hermana es intocable, Evan Kyriakidis —declaró Marco rechinando los dientes con molestia—. Además, ya no eres persona grata en nuestra familia —mencionó con firmeza.—Sí, no eres bienvenido, porque Bianca sufrió mucho por ti, siendo tan pequeña lloraba porque tú la terminaste y rompiste no solo tu promesa, sino también su corazón ¡Eres un hombre sin palabra! Y ni locos te dejaremos que te acerques de
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Capítulo 112. Unos hermanos vengativos.
Todos miraron el lugar señalado por Marco, no supieron en qué momento el chico pudo haber descubierto esa salida, eso solo los hizo pensar que el chico tenía una  mente muy aguda. —¿Cuál es el plan? —interrogó Evan.—Dos de nosotros y una de las chicas, escaparemos por este ducto, dejaremos varios regalos a la instructora y a su hija, tengo entendido que a primera hora de la mañana hay una conferencia con todos los alumnos en el auditorio del campamento. Justo allí al momento de su exposición, le daremos el regalo más importante. » Aunque previamente, dejaremos ciertos invasores en su habitación y en la litera de su hija ¿Qué les parece?—¡Genial! Y ya que es tan moralista deberíamos darle una sorpresa que provoque rumores sobre ella —habló Evans con una pizca de travesura en sus ojos.&
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Capítulo 113. ¡Ella no está respirando!
La profesora Conrado, salió de ese auditorio hecha una fiera, sin importarle cómo desde su cabeza se destilaba el barro, gusanos y desperdicios por todo su cuerpo, mientras era señalada y burlada por los estudiantes, no podía soportar semejante humillación, por lo cual su odio se fue propagando en su interior como un peligroso veneno. —¡Ya cállense infelices! Si no lo hacen voy a agarrar las lombrices y se las  meteré en la boca para callarlos por las malas, si no quieren hacerlo por las buenas —espetó furiosa. La amenaza surtió efecto y enseguida las risas cesaron, y un tenso silencio se apoderó del lugar. Ella caminó por el pasillo, hasta llegar al aula de castigo dónde había dejado encerrado a los Estebans, al abrir la puerta los encontró acostados en las colchonetas, Marco tenía abrazada a Bianca y del otro lado estaba Evan, mientras Diego abrazaba a Lía y Zeus estaba acostado al otro extremo, en cuanto a Amadeus y a la chica que estuvo con Diego est
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Capítulo 114. Grave error
 Cuando los chicos escucharon el tono de miedo en la voz de Evan empezaron a gritarle a la instructora.—¡Deténgase ahora mismo! Porque no respondo de mis actos —mencionó Marco. No obstante, la mujer estaba tan cegada por el enojo que hizo caso omiso de las palabras del joven.—Seguro está fingiendo, yo no volveré a caer en los juegos de unos diablillos que se creen más inteligencia a los demás  —señaló riéndose hasta que Lía corrió hacia ella y utilizando su fuerza la derribó en el piso. En ese momento Marco tomó la manguera, pidió a su hermana apartarse y colocó el chorro de líquido a la mujer en el rostro haciéndola tragar agua y toser como loca, mientras ella le pedía detenerse.—Sí, me detendré tanto como lo hiciste tú cuando atacaste a mi hermana —
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Capítulo 115. Las paredes de su mundo
Cuando Bianca besó a Zeus pasaron tres cosas casi de forma simultánea, primero, se dio cuenta de su error, porque con ese acto ofendió a dos de las personas que más amaba, segundo, no sintió las mariposas que le hacía sentir Evans con los suyos, ni calidez, ni nada. Fue como si se hubiese puesto un cubito de hielo entre los labios, frío y sin sabor, tercero, percibió el enojo de Lía en su pecho, su hermana la odiaba y ella sintió ganas de llorar, le faltó de nuevo el aire y empezó a respirar con rapidez.No obstante, a los pocos segundos apartó a Zeus y se limpió la boca con el dorso de la mano de una forma desesperada, como si hubiera estado limpiándose de algo desagradable, mientras el chico la observaba de modo inexpresivo; ya Lía y Evan se habían ido, aunque al parecer se detuvieron en la entrada, porque ella los escuchó hablando con Diego en el ex
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Capítulo 116. ¿Cuernos?
Escuchar las palabras del director fueron un tormento, quizás era un cobarde y no tan valiente como él se creyó, pero pensar que su pequeña había sufrido un paro respiratorio encendió las alarmas en su interior, con anterioridad escuchó sobre el tema y esa era una de las causas principales de muerte súbita, por eso sintiendo su vida en un hilo, preguntó. —Por favor, ¿Dígame cómo está mi hija? ¿Está viva? ¿Mi hija vive? —preguntó mientras se pasaba la mano por la cabeza sin poder contenerse y llamando la atención de su esposa, quien se acercó con un semblante de miedo.  —Marcos ¿Qué pasa con mis hijas? ¿Qué les ocurrió? —interrogó desesperada, mientras un presentimiento se abría paso en su interior y el miedo surgía como una densa y fría nevada congelando hasta sus tuétanos. —Es nuestra niña, nuestra pequeña, nuestro angelito… sufrió un paro respiratorio —el rostro de Lía palideció, sintió que la tierra se abría bajó sus pies y la tragaba sin poder sosten
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Capítulo 117. Un hombre que sabe adónde va
Lía respiró profundo, y como estaba a solos escasos minutos de agarrar a la vieja cacatúa, lanzarla al piso y dejar reluciente el piso de la clínica, cerró los ojos y pidió al cielo paciencia porque estaba segura de que si pedía fuerza terminaría matando a la cara de caballo de la abuela de Marcos.—¿No sabes de lo que estoy hablando? No te diré nada, solo toma mi celular y revisa las redes sociales, allí te darás cuenta de lo que te hablo —extendió el celular hacia el joven, él se quedó viendo con aprehensión, sin embargo, al final lo tomó y revisó.—¿Distingues a esas personas? —preguntó doña Emilia con una sonrisa de triunfo dándose cuenta de que había logrado su objetivo, buscar un aliado entre los hijos de Marcos.—La mujer es mi mamá —dijo el chico bajando
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Capítulo 118. El silencio de tu alma
Marcos, Lía y su hija, observaron a doña Emilia con desdén, mientras esta palidecía, por un momento se sintió avergonzada e intentó justificar su actitud.—Yo… lo siento… no sé qué decir —expresó con voz titubeante.—No diga nada, después de todo de su boca no sale nada de provecho, lo mejor es que se vaya de aquí, nosotros no necesitamos a una persona intrigante como usted en nuestras vidas, de hecho nunca nos ha gustado tenerla cerca—habló la joven Lía mirándola con desprecio.—Yo vine, porque quiero saber el estado de salud de Bianca… estoy preocupada por ella —respondió la mujer poniendo una expresión de `preocupación.Lía no pudo soportarlo más, soltó a su esposo y tomó a la señora del brazo mientras la fue arrastrando hacia la salida.
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Capítulo 119. Como hablas paj4 comes césped.
Por un tiempo estuvieron abrazadas, en silencio solo se escuchaban los latidos de sus corazones, como cuando eran solo dos fetos en el vientre de su madre, la primera en interrumpir el abrazo fue Bianca.—¡Ya! Me estás ahogando, además eso me asusta me da la impresión que me voy a morir porque tú nunca eres tan cariñosa —mencionó volviéndose a recostar en la cama —¿Mamá y papá?—Papá hablando con el médico y mi mamá se llevó a la Conrado para la casa en compañía de Marco, te imaginarás lo que le espera —expresó Lía volteando los ojos.—Si le pareció nuestra broma demasiado pesada, la pobre ya me da hasta pena porque mamá se las va a cobrar y con intereses sin pago a plazo —terminó la jovencita con una carcajada, de repente se quedó seria —¿Qu&e
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Capítulo 120. Sentir miedo
La mujer empezó a tener arcadas, mas eso no detuvo a Lía quien estaba por completo cegada del enojo, la haló por los cabellos y la terminó metiendo de cabeza en el fango, donde antes estuvieron unos animales que habían defecado y el olor era repugnante.—Por favor… ¡Detente! Esto es inhumano… me estás causando daño —decía la mujer llorando.—Esto es nada comparado con lo que les hiciste a mis hijos, los humillaste delante de todos exponiendo su desnudez, eso es abuso en contra de unos menores y agradece que no te mandaré a la cárcel oliendo a boñiga, aunque no es porque te merezcas esa indulgencia de mi parte, sino porque no quiero que haya pruebas de lo que te estoy haciendo, después de todo de esa forma nadie va a creerte.Luego abrió la manguera a presión, solo que la propulsión de esta era más fuerte que inclus
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