Escuchar las palabras del director fueron un tormento, quizás era un cobarde y no tan valiente como él se creyó, pero pensar que su pequeña había sufrido un paro respiratorio encendió las alarmas en su interior, con anterioridad escuchó sobre el tema y esa era una de las causas principales de muerte súbita, por eso sintiendo su vida en un hilo, preguntó.
—Por favor, ¿Dígame cómo está mi hija? ¿Está viva? ¿Mi hija vive? —preguntó mientras se pasaba la mano por la cabeza sin poder contenerse y llamando la atención de su esposa, quien se acercó con un semblante de miedo.
—Marcos ¿Qué pasa con mis hijas? ¿Qué les ocurrió? —interrogó desesperada, mientras un presentimiento se abría paso en su interior y el miedo surgía como una densa y fría nevada congelando hasta sus tuétanos.
—Es nuestra niña, nuestra pequeña, nuestro angelito… sufrió un paro respiratorio —el rostro de Lía palideció, sintió que la tierra se abría bajó sus pies y la tragaba sin poder sosten
Lía respiró profundo, y como estaba a solos escasos minutos de agarrar a la vieja cacatúa, lanzarla al piso y dejar reluciente el piso de la clínica, cerró los ojos y pidió al cielo paciencia porque estaba segura de que si pedía fuerza terminaría matando a la cara de caballo de la abuela de Marcos.—¿No sabes de lo que estoy hablando? No te diré nada, solo toma mi celular y revisa las redes sociales, allí te darás cuenta de lo que te hablo —extendió el celular hacia el joven, él se quedó viendo con aprehensión, sin embargo, al final lo tomó y revisó.—¿Distingues a esas personas? —preguntó doña Emilia con una sonrisa de triunfo dándose cuenta de que había logrado su objetivo, buscar un aliado entre los hijos de Marcos.—La mujer es mi mamá —dijo el chico bajando
Marcos, Lía y su hija, observaron a doña Emilia con desdén, mientras esta palidecía, por un momento se sintió avergonzada e intentó justificar su actitud.—Yo… lo siento… no sé qué decir —expresó con voz titubeante.—No diga nada, después de todo de su boca no sale nada de provecho, lo mejor es que se vaya de aquí, nosotros no necesitamos a una persona intrigante como usted en nuestras vidas, de hecho nunca nos ha gustado tenerla cerca—habló la joven Lía mirándola con desprecio.—Yo vine, porque quiero saber el estado de salud de Bianca… estoy preocupada por ella —respondió la mujer poniendo una expresión de `preocupación.Lía no pudo soportarlo más, soltó a su esposo y tomó a la señora del brazo mientras la fue arrastrando hacia la salida.
Por un tiempo estuvieron abrazadas, en silencio solo se escuchaban los latidos de sus corazones, como cuando eran solo dos fetos en el vientre de su madre, la primera en interrumpir el abrazo fue Bianca.—¡Ya! Me estás ahogando, además eso me asusta me da la impresión que me voy a morir porque tú nunca eres tan cariñosa —mencionó volviéndose a recostar en la cama —¿Mamá y papá?—Papá hablando con el médico y mi mamá se llevó a la Conrado para la casa en compañía de Marco, te imaginarás lo que le espera —expresó Lía volteando los ojos.—Si le pareció nuestra broma demasiado pesada, la pobre ya me da hasta pena porque mamá se las va a cobrar y con intereses sin pago a plazo —terminó la jovencita con una carcajada, de repente se quedó seria —¿Qu&e
La mujer empezó a tener arcadas, mas eso no detuvo a Lía quien estaba por completo cegada del enojo, la haló por los cabellos y la terminó metiendo de cabeza en el fango, donde antes estuvieron unos animales que habían defecado y el olor era repugnante.—Por favor… ¡Detente! Esto es inhumano… me estás causando daño —decía la mujer llorando.—Esto es nada comparado con lo que les hiciste a mis hijos, los humillaste delante de todos exponiendo su desnudez, eso es abuso en contra de unos menores y agradece que no te mandaré a la cárcel oliendo a boñiga, aunque no es porque te merezcas esa indulgencia de mi parte, sino porque no quiero que haya pruebas de lo que te estoy haciendo, después de todo de esa forma nadie va a creerte.Luego abrió la manguera a presión, solo que la propulsión de esta era más fuerte que inclus
Tres días despuésLa familia Estebans Ontiveros, se quedó en un hotel ubicado a un par de cuadras de la clínica, junto con Evan y Zeus, a los chicos terminaron hospedándolos en una suite para cuatro y ellos en una para tres, porque no querían dejar a la pequeña Lía sola en una habitación, pues no podía quedarse con sus hermanos porque estaban los otros dos jóvenes.Ya los tres estaban listos, se habían levantado a las cuatro de la mañana porque la operación sería a las siete, el médico no quiso dejarlo a ninguno con Bianca, alegando que ellos eran más llorones que la paciente y que prefería mantenerla alejada de todo aquello capaz de alterarla.—¿Están preparados? —preguntó Marcos un poco nervioso, a su esposa y a su hija.—Sí, siento como si t
Tres meses después.La joven Lía se miraba al espejo con una expresión de tristeza, eso no es lo que se esperó ese día, y a pesar de odiar vestirse con esos vestidos tan pomposos y elegantes, porque ella amaba sus jeans, sus camisetas, vestirse con ropa deportiva sin tanto brillo, ni adornos, lamentablemente para ella no tenía otra alternativa, porque fue parte de una promesa que le hizo a su gemela; la condenada se la supo hacer, pensó la chica con nostalgia, los recuerdos de ese fatídico día llegaron a su mente, intentó retenerlos para que no pasaran, mas estos estaban empeñados en colarse. Ese día siempre lo recordaría como el peor de su vida cuando sintió que su mundo le cayó encima en cientos de pedazos, fue el peor día, un par de lágrimas brotaron de sus ojos, las limpió con prisa al oír unos golpecitos en la puerta.<
La emoción sentida por Marcos, Lía madre e hija era indescriptible, les parecía un sueño hecho realidad, incluso varias veces se pellizcaron o enterraron sus uñas en las palmas de sus manos, para de esa manera verificar que lo sucedido antes sus ojos era verdad y no producto de su imaginación.—¡Dios! ¡Esto es increíble! ¿Cómo y cuándo despertaste? —preguntó Marcos con apenas un hilo de voz, mientras sin importarle ni la oportunidad, ni el lugar, sus lágrimas hicieron acto de presencia, no era para menos, ¿De qué otra manera podía reaccionar un padre al ver a un hijo que creía no volvería a ver?—¡¿Por qué nadie me dijo nada?! —exclamó una feliz Lía cubriéndose la boca de la emoción, sin dejar de observar a su pequeña fantástica.—¡Esto
Un mes y medio despuésAnaís sintió el impacto de la bofetada de su padre, haciéndole girar la cabeza al otro lado, sus ojos se humedecieron, sin embargo, contuvo las lágrimas, no quería demostrar debilidad, así la golpeara, la maltratara, la partiera en mil pedazos, su único alivio es que jamás podría doblegarla en su interior.—¡Maldit@ sea! ¡Llora! —ordenó fuera de sí— ¡¿Por qué carajos no lloras?! Mientras sigas sin llorar no pararé de golpearte —espetó abofeteándola de nuevo y le hubiese propinado otra, si su madre no interviene y se para en medio de los dos.—No la golpees más, ya basta… —pese a sus palabras, la mujer se encogió un poco al ver la ira en el hombre—. Si vas a presentársela a varias familias importantes para encontrar a su