A pesar de estar sobre él, Dante recargaba la mayor parte de su peso sobre sus patas. El lobo bajo él estaba débil, delgado, casi como un pétalo de flor que podía marchitarse, aun así, luchaba e intentaba agarrarle alguna de sus extremidades y destrozarla. No parecía estar muy contento de estar en aquella posición. A Dante no le importó. Ahora necesitaba mantenerlo bajo control.Bajó su morro hacia su cuello y lo olió, lamiendo hasta su oreja y dejando un apretón en el nacimiento de la misma, no para hacerle daño, pero si lo suficientemente fuerte para que fuera consciente de que estaba allí.Él se sacudió y soltó un gemido lastimero. No se rendía, a pesar de estar en desventaja, no le gustaba aquello y lo demostraba.Dante volvió a lamer bajando hacia su cuello buscando el área más sensible mientras sentía su sangre golpear en sus oídos taladrándolo. Le estaba gustando más de lo que imaginó; haciéndole perder por un momento el foco de su acción, su celo estaba cer
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