Su padre le hablaba de esos principios, de esos orígenes para que siempre estuviera orgullosa de ser mujer, de ser la tierra que procreaba y daba frutos, mismos que tal vez serían la base de que el pueblo Sioux no se exterminara, no se extinguiera nunca, ella misma había dado a luz a una pareja, hombre y mujer.Al recordar esas palabras de su padre, Aiyana, siempre se había sentido reconfortada y sus fuerzas se renovaban, se regeneraban, se alimentaban de su propia esencia y era capaz de enfrentar cualquier cosa que se le presentara.Abrió los ojos y en ese momento se dio cuenta que la manada de los feroces lobos la rodeaban, con estrategia, preparando el ataque, sorprendiéndola y sacándola de sus hermosos recuerdos.Los animales avanzaban paso a paso, gruñendo sordamente, mostrando los filosos colmillos dispuestos a atacar para obtener comida que l
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