NARRA BORIS. Evito mirar a Karina y me encierro en el baño, no puedo evitar los nervios que empañan mi felicidad absoluta, no salen de mi mente las palabras de Karina “Estás seguro de que solo eso quiere decirme”, lo sospecha, claro que lo hace, Karina no es tonta, debí decirle todo en ese momento, pero como hacerlo, como arriesgarme a perderla, ahora que la tengo a ella y a mi pequeño, no puedo, simplemente no puedo con otro problema en mi vida. Mi padre y su metida de pata monumental, al parecer la habilidad para complicarme la existencia es genética y aunque debo encargarme de solucionar de alguna manera que aún no encuentro los desaciertos de mi padre, ignoraré los míos, entre Karina y yo ya no hay máscaras, aunque mi chica perversa le agarró el gusto, sonreí y niego con la cabeza, ella tendrá lo que desea conmigo, ella a
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