Bruno me mira sorprendido y después su mirada se vuelve más fuerte, sus cejas se juntan y toma de mi rostro besándome con más fuerza. Dios esto es demasiado, pierdo el control de mis extremidades, mis oídos se agudizan, puedo escuchar su respiración entrecortada. Me toma de nuevo entre sus brazos hasta recostarme con delicadeza en la cama y comienza a verme de arriba a abajo. Llevo su camisa deportiva, decido ponerme de pie para quitarla —¡NO!— su grito me hace sobresaltar y lo miro con los ojos bien abiertos, carraspea—. Yo voy a quitarla. Me vuelvo a sentar sin pensar, creo que se percató del susto. Se acerca rápidamente poniéndose de rodillas frente a mí y su cabeza está en mis piernas, me parece un gesto sumamente dulce, acaricio su cabello y paso a su cuello, masajeándolo lentamente, sus músculos se relajan. Se pone de pie y toma de mi mano invitándome. Comienza a deslizar por sobre mi cabeza la camisa, alborotando mi esponjado cabello. M
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