— ¿Eres humana? — me preguntó por quinta vez mientras me pinchaba con su dedo índice los brazos, espalda y cara.— No me digas que no te habías dado cuenta, Guillermina. — dijo divertido su profesor, quien la trataba como a una sobrina consentida.— Pero tengo que irme a otra cursada, debo prepararme. — le expliqué inútilmente al profesor, era evidente que no me estaba prestando atención.— Te recomiendo que te quedes hasta el final del partido, necesitamos un jugador y solo nos quedas tú. — repuso mirando sus planillas.— Pero…— antes de que pudiera negarme nuevamente, me interrumpió diciendo:— Si no lo haces, entonces hablaré con tu supervisor y te reportaré por haber faltado a tus clases para venir a jugar aquí sin mi autorización. — quedé muda frente a la extorción de la cual estaba siendo víctima. Quedé tan blanca como una hoja de papel, no daba crédito de lo que estaba escuchando.— Hermano… No deberías decir algo así… Yo ya le pedí un favor. No creo que sea correcto. — dijo Gu
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