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Todos los capítulos de Mi mafioso y dulce Amor: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Deseos Prohibidos pt 2
Me tiro en la cama y grito contra el cojín, todo, todo esto es una pesadilla. No es posible. Intento respirar pausadamente y contener los gritos, progresivamente el dolor desaparece. Y luego pienso en él, es inevitable. Por un lado, me atrae y es quizá esto lo que más me asusta de él; por otro, lo detesto por haberme secuestrado. A veces ambas cosas se mezclan y se crea tal confusión que pierdo el control de mí misma.   —¡Tú! —Chilla entrando como una furia. No muestro mi debilidad, aparto el cojín mirándolo desafiante.   —¡No lo vuelvas a hacer! —Da un portazo cerrándola. Se acerca colocando las manos a los lados de la cabeza, el humo le sale por las orejas. —Asegúrate de aceptar todo esto rápidamente, estoy perdiendo la paciencia. No te gustaría verme enfadado, niña. —Amenaza acercando su rostro al mío. Trago saliva. ¿No está enfadado de verdad?, ¿puede ser peor todavía?   —¡Ni hablar! —Deletreo bien cada palabra. Lo e
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Fiesta pt 1
Una fiesta de presentación. ¿Cómo he acabado en esta situación? Ah, es verdad, quería hacerme la heroína y salvar a mis amigas. Qué pena que ellas estén en su casa tranquilas mientras yo me encuentro aquí encerrada. Quién sabe, tal vez toda Italia se ha movilizado para buscarme. No pueden haberse olvidado de mí. Por no hablar de mi padre, me está buscando, lo presiento. Espero que consigan dar conmigo, pero al mismo tiempo estoy elaborando un plan de fuga. No sé cuánto tardaré, pero lo intentaré por todos los medios. He recurrido a toda mi buena voluntad para interpretar este papel, he pasado tiempo con Vicenzo comportándome como si nada. Y ahora tengo que fingir ser la novia de mi secuestrador. Alucinante. Cuando me ha hablado de la fiesta, pensaba que sería una normal; en cambio, el idiota la ha organizado para pres
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Fiesta pt 2
—Eres lo más hermoso que he visto en mi vida, Adrienna… Y todos tienen que saber que eres mía. Lo que veo es un hombre orgulloso de su conquista. Yo no soy un objeto de exposición, soy una persona con sentimientos y debería ser libre de decidir por mí misma. Uno de los guardaespaldas se acerca susurrando algo a Vicenzo, se pone tenso y murmura algo en ruso. Creo que hay problemas al acecho. —Pequeña, tengo que alejarme un segundo. Date una vuelta, pero no hables con nadie. —Advierte. ¿Cree que soy su perro o qué? Asiento con falsedad mientras se aleja. No estaré aquí posando para todos, ni lo sueñes. Agarro la copa y camino entre la multitud. Al fondo de la sala veo una terraza, una bocanada de aire fresco me vendría bien. Cuando salgo me asombro, luces tenues, plantas de todo tipo. Un Gran rosal de rosas rojas ll
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Mi primera vez con un mafioso pt 1
Sentada en la cama observo a Vicenzo esperando a que me hable de él. Parece preocupado, se pasa la mano por el cuello suspirando. —Prométeme que cualquier cosa que yo te cuente no te hará cambiar de opinión sobre mí. Tranquilo, ya tengo una pésima opinión de ti. Contengo la respiración y respondo falsamente. —Te lo prometo. Ahora suéltalo todo que tengo curiosidad por saber quién eres. —Veamos por dónde comienzo… Soy un hombre importante y de esto ya te has dado cuenta. Digamos que tengo un grupo de personas que trabajan para mí, mis negocios tienen que ver principalmente con la construcción, pero también con otros sectores. —Explica seriamente intento captar un cambio en mi mirada. Permanezco impasible, mientras comienzo a crearme una idea. Peligro. —¿Qu&eacut
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Mi primera vez con un mafioso pt 2
Agarra mis piernas con firmeza mientras muevo las caderas. Inconscientemente grito su nombre mientras exploto. Respiro a duras penas, mis piernas tiemblan. Creo que me voy a desmayar. Mi cuerpo me abandona, está fuera de control mientras la presión aumenta. No consigo pensar, solo quiero llegar a un punto que siento muy cercano. Algo único que se acerca incesantemente. Y luego tiene lugar… Me corro. Estoy rendida. Trato de retomar el control sobre mí misma, pero algo físico se apodera de toda reacción de mi cuerpo. Quiero más, mucho más. Me siento complacida, pero quiero experimentarlo más aún, sin cesar. Bajo la mirada para observarlo. Sonríe burlón mientras se lame los labios. —Como ya imaginaba, ¡tienes un sabor sublime! —Exclama acercándose a mi rostro. Nuestros labios se acercan como nunca antes, mis manos se deslizan por
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Humillación
Despierta en la cama escucho el bullicio proveniente del exterior. Detecto movimiento, el ruido de un furgón que frena y los guardias que hablan. Sucede a las diez en punto una vez a la semana. La verja está abierta durante treinta minutos, en ese tiempo los guardias están ocupados descargando el furgón. Podría ser el único momento para escapar. Llevo aquí casi un mes, pero me parece una eternidad. Sobra decir que he debido aceptar la situación, o al menos eso es lo que cree él. Convencido de que entre nosotros las cosas van bien, me ha permitido moverme libremente dentro del castillo. Hoy tengo intención de ir más lejos esperando que no sospeche. Lo que sucedió ayer por la noche se me ha quedado bien grabado en la mente. Fue intenso, por momentos temía que me hiciera daño. Tenía razón cuando decía que no era un tipo delicad
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Sin comprender
Ya han pasado tres días desde que me encerró en esta celda. No duermo y me he negado a comer lo que Vicenzo ha pedido que traigan. Ningún rastro de él. Ha incluso mandado a Sahara para intentar convencerme. Le he repetido lo mismo que dije a Liam anoche, prefiero morir y no pedirle perdón. No me rindo, estoy agotada, no quiero ceder. Siento frío, tengo hambre y estoy extenuado, sin fuerzas. —¡Hola, preciosa! Una voz masculina, la reconozco. —Hola, Ivan. ¿Te toca a ti convencerme hoy? Mi voz está rota, no alzo siquiera la mirada. —Deberías comer, hace tres días que no lo haces… —Intenta hacerme entrar en razón. Se acerca con la bandeja después de haber abierto la celda para sentarse junto a mí. —No tengo hambre… —Miento. Estoy muriendo de hambre. Llevo las
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Natasha
—Antes tenemos que comer… —Susurra en mis labios a su pesar. Estaba pensando en otra cosa, pero tiene razón. Mi estómago está vacío desde hace días. Retrocedo, lo observo y me doy cuenta de quién es realmente él para mí. Es él quien tiene atrapado mi corazón. Soy suya. Cuando acabamos de ducharnos, dejo que me seque, me vista. No hablamos, no es necesario. Lleva sus dedos debajo de mi barbilla y la levanta hacia él, lo miro, me mira y me sonríe con un extraño resplandor en los ojos, felicidad. Me coge de la mano y me saca dulcemente fuera de la habitación. —Están mis hermanos. —Avisa mientras recorremos el pasillo. Tuerzo la nariz pensando en la idea de estar en el mismo espacio con todos ellos. Estoy solo rodeada de chicos, a excepción de las pocas veces que veo a Sahara. Cuando llegamos a la cocina
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Plan de escape
Cuando me he despertado estaba sola, lo cual me ha aliviado. No estaba todavía preparada para enfrentarme a él. A cambio ha mandado a Sahara, y mira tú por dónde, la mujer estaba muy dispuesta a contarme la vida pasada de Vicenzo. Le he preguntado por Natasha y me ha contado todo. No creo que fuera casualidad. Él quería que yo lo supiera, pero tenía el valor de decírmelo en persona. Más decidida que nunca a elaborar un plan de fuga, me armo de coraje y pongo en marcha algo que podría ser arriesgado y peligroso. Es el único modo. Tengo que intentarlo. Me he puesto rápidamente unos pantalones cortos y una camiseta y he dicho a Sahara que iba a correr. En parte es verdad, pero solo aparentemente. Se enfadará, pero resistiré hasta el final. Conseguiré engañarlo cuando llegue el momento. Tomo el MP3 que usa Vicenzo cuando va al gimnasio
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Desesperanza
Tras las dos horas de clase con Sahara decido practicar lo que estoy aprendiendo. El ruso no es un idioma fácil, pero tampoco imposible. Mentalmente repito lo que quiero decirle y voy en busca de Vicenzo. Quiero ver la cara que pondrá. Podría perfectamente esperar su vuelta, pero tengo la exigencia de ir a buscarlo. Una prueba más para que esté tranquilo, de manera que no dude de mí. Mientras atravieso el patio su voz profunda llama mi atención. Me acerco permaneciendo en el umbral de la puerta espiándolo, parece enfadado. Ocupado en una conversación telefónica mira por la ventana mientras se afloja el nudo de la corbata. No puedo negar lo cautivador que es. —Ubeyte vego. —Grita furioso. Se me corta la respiración, me estremezco y retrocedo conmocionada por esas palabras, sé lo que quieren decir: mátalo. Mi corazón se desboca, el p&a
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