Siento el aire frío de la ciudad colarse por la visera de mi casco, voy lo más rápido que puedo, incluso me paso varios semáforos en rojo, solo quiero ver a mi amada Olivia y consolarla. Aunque en este momento ya lo esté haciendo otros brazos, otro corazón, que esté besando sus dulces labios y posiblemente haciéndole el amor. Una punzada me atraviesa el pecho y me hace desequilibrar por un segundo, zigzagueo con la moto bajo mí, y retomo el control de nuevo con un poco de dificultad, bajo de a poco la velocidad para darme un minuto y respirar. Lo importante es llegar donde ella, así sea tarde.Un pitido y las luces de un coche me hacen espabilar de la peor manera. (…)El timbre suena y hace que Martín se despierte de nuevo, llora con ira así que debo alzarlo para poder abrir la puerta. De alguna manera también agradezco que sus pequeños brazos rodeen mi cuello, encuentro un poco de consuelo en ese gesto, aunque él no entienda
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