Salgo rápidamente de ascensor y como si fuese enviado por el cielo, fuera del edificio una persona se baja de un taxi, le grito para que no se vaya, aunque parecen no escucharme, así que, me veo obligada a hablar más fuerte y agitar mi mano con fuerza. El hombre le paga al taxista y espera con la puerta abierta a que yo llegue allí, no soy capaz de levantar la mirada solo decirle gracias y me subo al coche. Le pido al taxista que me lleve a Tooting Bec cerca del parque donde ahora vivo con Martín, no me percato de mirar por la ventana a ver si veo a Alejandro, la verdad no me apetece visualizar de nuevo esa imagen de Alejandro corriendo tras del taxi, específicamente tas de mí, cierro los ojos, fuerte y las lágrimas caen sobre mis manos y el corazón se me hunde más en el pecho. Entro directo a mi habitación, no me doy el espacio de ver a mi pequeño ni a la nana, me encierro para dejarme llevar el por el llanto y desahogarme, me quito la chamarra y mi camisa está sin
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