Tristán regresó a la pensión. La señora Carmen regaba unos tiestos con geranios que tenía colgados en la fachada de la casa y le miró con desconfianza, aunque hubiese venido recomendado por Sarita, la hija de uno de los agentes de policía.En la habitación, Tristán dejó la mochila sobre la cama y recorrió la estancia con la mirada. No era muy grande, pero todo se veía limpio y la ventana, que daba directamente a la calle pues estaba en la planta baja, dejaba entrar mucha luz. Se acercó y echó un vistazo al exterior. Apenas se veía a algún vecino a aquella hora de la mañana.Abrió su mochila y extrajo la escasa ropa que había guardado en casa: cuatro calzoncillos, dos pares de calcetines, un par de camisetas interiores de manga larga, una sudadera más a parte de la que llevaba puesta… Cazadoras solo había traído
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