Joaquín sintió pesar por su padre. El señor Duque era un hombre joven, atractivo, educado, de sólidos principios morales, de gran corazón; y, sin embargo, estaba solo. El joven en su mente deseó que su padre algún día encontrara una nueva ilusión, una mujer buena, generosa, que fuera su compañera, su amiga, su confidente, que le alegrara la vida, porque Miguel Ángel Duque, merecía una segunda oportunidad. El joven en ese momento no tenía idea de que, a futuro, el anhelo de ver a su padre al lado de una buena mujer estaba por hacerse realidad. —Papá, ¿Vos no has pensado casarte de nuevo? Miguel observó a su hijo frunciendo el entrecejo. Él se había prometido así mismo, no volver a unir su vida a ninguna otra mujer. Vivía con el recuerdo de su esposa en el corazón, s
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