Todos los capítulos de Un Café para el Duque. (Saga familia Duque. Libro 1) : Capítulo 81 - Capítulo 90
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Capítulo 80: Nuestro juramento.
 Aquella noche sombría y fría María Paz, reposaba en su cama, el reproductor de música sonaba «Contigo en la distancia by Christina Aguilera» «Es que te has convertido en parte de mi alma ya nada me consuela, si no estás tú también» Las lágrimas recorrían el rostro de la joven, que sentía en ese momento un gran vacío en su alma. Su madre ingresó a la habitación, entonces María Paz limpió su rostro, pero no podía disimular su pena ante la mujer que le dio la vida. —Ya no llores hija… lo que tu padre hizo fue por el bien de tu hermano y de Joaquín. La joven gimoteó sin poder evitarlo.  —Lo sé mamá… sin embargo, me duele, no sé cuánto
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Capítulo 81: Andrea Carmona.
Joaquín sintió pesar por su padre. El señor Duque era un hombre joven, atractivo, educado, de sólidos principios morales, de gran corazón; y, sin embargo, estaba solo. El joven en su mente deseó que su padre algún día encontrara una nueva ilusión, una mujer buena, generosa, que fuera su compañera, su amiga, su confidente, que le alegrara la vida, porque Miguel Ángel Duque, merecía una segunda oportunidad.  El joven en ese momento no tenía idea de que, a futuro, el anhelo de ver a su padre al lado de una buena mujer estaba por hacerse realidad. —Papá, ¿Vos no has pensado casarte de nuevo? Miguel observó a su hijo frunciendo el entrecejo. Él se había prometido así mismo, no volver a unir su vida a ninguna otra mujer. Vivía con el recuerdo de su esposa en el corazón, s
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Capítulo 82: Usted es un mal hombre.
María Paz le sonrió las dos había caído ante los encantos de los señores Duque, al parecer tenían ese efecto en las mujeres. Las dos amaban a los dos hermanos con toda su alma.   — ¿Cómo lo conociste?   Andrea sonrió y recordó aquella escena.   —Yo soy un poco atarantada —bromeó—, llevaba una semana trabajando en la finca de la bruja, y ese día todos andaban como locos por la llegada de Carlos —expresó—. Yo no lo conocía, pero se decían tantas cosas de él: buenas y malas. —Presionó los labios y prosiguió—. Yo finalizaba de baldear uno de los pasillos de la entrada principal y me disponía a hacer lo mismo con el patio de frente, yo tomé el cubo con desinfectante y lo lancé sin darme cuenta de que él había llegado de Boston, lo empapé.    María Paz se llevó las manos a la boca para evitar reír al imaginar aquella escena.    —Supongo que se puso como loco. ¿Te gritó? 
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Capítulo 83: Siempre cuidaré de ustedes.
Joaquín bajó del jeep y de inmediato adquirió un ramo de orquídeas lilas, que eran las favoritas de su madre. Suspiró profundo y caminó a través de los pasillos del campo santo hasta el mausoleo de su familia.  Las hojas secas crujían ante sus pisadas, al llegar a la tumba, se quitó los lentes para el sol, acarició con nostalgia la puerta del mausoleo, ahora ya no percibía sentimientos de culpa, y aunque había aprendido a resignarse a la ausencia de Luisa, el dolor de su partida siempre se avivaba al visitarla. Introdujo la llave y abrió la cerradura entonces ingresó y leyó el nombre de su madre, y de su abuelo.  Sacó del florero las flores marchitas que su padre cada domingo dejaba ante la lápida de Luisa Fernanda, y enseguida colocó las de él.  —Soy un ho
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Capítulo 84: Una trampa.
María Paz arribó en la mañana al aeropuerto de Manizales enseguida, salió y tomó un taxi que la llevó al Consorcio de la familia de su novio. La chica observaba a través de las ventanas el paisaje de la ciudad, miró como el Nevado del Ruiz se alzaba imponente, entonces recordó las anécdotas que Joaquín le contaba.  Luego de un momento llegó a su destino, y su corazón parecía que se le quería salir del pecho. Leyó el gran letrero en el edificio: Consorcio colombiano de café: Alma mía, de inmediato pensó en Luisa Fernanda. Enseguida se anunció con la recepcionista y Miguel Ángel Duque salió a recibirla.  —Mi hijo se quedó corto en describirte —comentó observando con cariño a la jovencita.  —Espero que Joaq
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Capítulo 85: María bonita, María del alma.
Tiempo después.   Cuenca - Ecuador.    La luna brillaba en todo su esplendor y las estrellas alumbraban el firmamento. María Paz caminaba del brazo de su hermano Santiago por los diferentes stands de una feria de artesanías que cada noviembre sé realizaba por celebrarse un año más de la independencia de la ciudad.    La mirada de Santiago se llenó de tristeza al contemplar varios anillos en una carpa que exhibían joyas.  Paz notó como de nuevo la melancolía tornaba gris los azules ojos de su hermano.    —¿Aún la recuerdas? —inquirió María Paz.    Santy se quedó pensativo, presionó sus labios.    —No debería pensar en ella —murmuró—, pero a veces es imposible.    —¿Cuándo me vas a contar lo que sucedió con Alba? ¿Por qué no hablas de eso?   Santiago negó con la cabeza, y resopló. 
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Capítulo 86: Te amo con locura.
Fue inevitable que el rostro de Joaquín no cambiara de semblante, sin embargo, intentó disimular la conmoción que originó en su interior aquella noticia, giró su rostro y miró al hombre. Elevó una ceja, y luego recordó quién, era. Enseguida se dirigió a la chica:  —¿Tu novio María Paz? —preguntó Joaquín. —Déjame explicarte por favor —suplicó ella. El joven Duque la miró con ternura y le acarició el rostro.  —No necesitas darme ninguna explicación —respondió y luego se dirigió a Pablo—. Parece que vos no has comprendido aún, María Paz siempre ha sido mi mujer, dudo mucho que tenga una relación con vos. ¿Cierto mi reina? —dirigió su mirada a ella. <
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Capítulo 87: Amarte es un placer.
Joaquín le sonrió y la miró con devoción, y justo tocaron a la puerta, entonces fue a abrir y un mesero llegó con la bandeja del café y galletas. Sirvió en la terraza, y apenas el chico se marchó. María Paz tomó la taza entre sus manos para abrigarse, y el joven Duque prosiguió:   —Por eso no vine a hacerte la propuesta formal, porque yo necesito levantar mi hacienda, apenas nos estamos recuperando de las pérdidas que tuvimos cuando la roya afectó a los cafetales, quiero terminar mis estudios, y tener un patrimonio para nuestra familia —aseveró—, quiero llevarte al reino de la Momposina y darte la vida que vos te mereces.    María Paz sonrió y derramó muchas lágrimas.    —Con que me ames como lo haces, es más que suficiente —aseveró—, pero estoy de acuerdo, esperemos un tiempo, sin embargo, eso no quiere decir que te vas a librar de mí —comentó—. El hecho de que yo regrese a Estados Unidos y tú a Colombia, no n
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Capítulo 88: Esta clase de amor, nunca tiene final.
Manizales- Colombia. Amanecía en la hermosa "Perla del Ruiz", un sol brillante acompañaba el paisaje y el olor característico del café recién molido se colaba en los sentidos de todos los habitantes de la Momposina. Carlos Mario Duque se encontraba en la hacienda visitando las bodegas para revisar que los granos de café coincidan con los requerimientos de embarque que la exportadora expedía. —Joven Carlos, ¿va a desayunar? —Voy a esperar a mi papá.  —Don Miguel, lo hizo temprano, dijo que tenía que hacer cosas importantes y salió —avisó una de las empleadas.  Carlos de inmediato supo que su padre había ido al cementerio, cuando estaba en Manizales no dejaba de ir a conversar ante la tumba de Luisa Fernanda.  Ca
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Capítulo 89: Buenas noches don Vidal.
En horas de la tarde, luego de que María Paz fue a la casa que tenían en la ciudad a cambiarse de ropa, notó que sus padres no estaban, enseguida los llamó para averiguar en dónde se encontraban, y junto con Joaquín, salieron a las diferentes ferias que existían en la ciudad por celebrarse las fiestas de Independencia.   Tomados de la mano, visitaban una a una las carpas en donde artesanos de casi todas las provincias de Ecuador, exponían sus productos.   María Paz, se probaba uno y otro sombrero de paja toquilla, elaborados por manos azuayas, Joaquín le tomaba fotografías mientras ella sonreía y posaba para la cámara, escucharon una voz masculina muy conocida para la joven.   —Buenas tardes, jovencitos —pronunció Rodrigo Vidal, el padre de María Paz, quien caminaba abrazado a su esposa.   —Señor Vidal buenas tardes —contestó Joaquín y extendió la mano hacia el caballero, quien con cortesía la estrec
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