—Mamá, él y yo —suspira—. Debí tener unos 7 años cuando los escuche discutir por primera vez. Eran unas peleas horribles. Mamá gritaba por toda la casa repitiendo que se odiaba a ella misma por haberse unido a él. Bueno, yo era la causa de esa unión ¿sabes?, me di cuenta que papá trataba de tranquilizarla diciendo que estaba cerca, que podía oírlos pero a ella no le importaba. Los años siguientes fue lo mismo, mamá le reclamaba sobre mujeres, mujeres que él veía, ahora sé que no es cierto. Papá siempre le fue fiel pero ella me confundía, jugaba conmigo como con él. Veía a mi padre por las tardes alcoholizado, tumbado en el sofá a veces llorando a veces… dormido. Hacía su mejor esfuerzo por portarse bien conmigo y jugar, hablar, pero siempre… alcoholizado. Ahora comprendo por qué, estar con mi madre no ameritaba más que vivir sumergido en un sedante. Después nos fuimos a Bolonia un par de meses, mi abuela llamaba siempre, solo para hablar conmigo. Habl
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