Jenny: — Linda, linda, despierta —Entre sueños escucho lejana la voz de Fanny, que trata de despertarme delicadamente, moviéndome con su mano. Con desgano, abro los ojos y automáticamente son azotados por la punzante luz del día, que se clava como cuchillos en mis retinas; como reflejo los aprieto y tapo mi cara con la almohada, emitiendo quejidos en forma de murmullos.— Vamos corazón, levántate, tenemos que ir a clases.Con suavidad me golpea el hombro, consiguiendo que descubra mi rostro, por lo que de inmediato puedo percibir el delicado aroma del café recién hecho, además de oír el ruido de la radio. Sin más remedio, me incorporo sobre la cama, pero, al cambiar de posición me golpea un palpitante dolor de cabeza, sin mencionar que tanto mi boca como mi garganta están secas.— ¿Qué hora es?
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Ni la mitad de lo que yo te amo
Leonel:El sonido de la puerta principal me saca de mis pensamientos, como reflejo intento levantarme de golpe, sin embargo, el punzante dolor de mis costillas me detiene en seco. Hiperventilando vuelvo a sentarme en la orilla de la cama, me sostengo el torso como si eso fuera aliviarme, aunque lo cierto es que no sirve de nada.— ¡Leeo, Leeo! ¿Dónde estás? — Escucho a Amalia a lo lejos, antes de desplomarme por completo sobre la cama.No pierdo el conocimiento, por el contrario escucho claramente el taconeo de mi hermanastra por el pasillo que da a mi habitación, simplemente mi cuerpo ha empezado a pasarme factura por no haber guardado el reposo que tanto insistieron los médicos que debía cumplir.— ¡Leeeeo! (Grito desgarrador) Leonel, háblame, por favor responde.La voz de Amalia se quebraba en pedazos de la impresión de verme tendido en ese est
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Capítulo Especial: Una mujer enamorada
Narrador Omnisciente:Con el rostro lleno de lágrimas y el corazón destrozado, Amalia salió del departamento de Leonel, antes de tomar el elevador del interior de su bolso sacó un pañuelo rosado, que tenía bordadas sus iniciales, sin embargo, fue un detonante para su nostalgia.— Es injusto, nadie lo va a amar como yo lo amo ¿Por qué no me deja amarlo? ¿Por qué? — apretando los ojos, se recostó del marco del ascensor, oprimiendo el botón de bajada.Haberlo escuchado reconocer su amor por otra mujer, fue un golpe mortal para ella, quien desde los dieciocho años ha estado perdidamente enamorada de él, conservando la esperanza de un día ser correspondida.— Que ni piense que voy a darme por vencida — Exclamo, limpiando su rostro frente al espejo, en un intento de disimular lo rojizo de sus ojos…Fue e
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¿Sera que Fanny tiene razón?
Jenny: — ¡Por Dios Jennifer! — Exclamó a casi a punto de perder la paciencia.— ¿Por Dios qué? Es la verdad ¿O no? —— ¡Por supuesto que no!... si está bien, o sea hiciste mal en querer utilizarlo para darle celos a Leonel, fino allí estamos de acuerdo. Pero esa no esa razón para que lo estés viendo como una víctima, ¡Por Dios, piénsalo! Te ha presionado en cada oportunidad que ha tenido, ¿A caso se te olvidó el Show en la universidad? (El tono de su voz iba en aumento), sin ir muy lejos, ¿Se te olvidó como te trató anoche cuando no hiciste lo que quiso?, tu despecho no te deja ver las cosas con claridad y vas a terminar muy mal.Estaba tensa, con las manos en la cintura, caminando de una lado a otro, bastante alterada, me miraba como si quisiera caerme a cachetadas — Creo qu
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¿Sera que podré manejarlo?
Jenny: — Esto tenemos que celebrarlo — Emocionada, Fanny se levanta y sale de la habitación dejándome intrigada, aunque conociéndola seguro fue a la despensa a buscar alguna botella de su reserva.Definitivamente, la paz que siento en este momento no tiene comparación alguna, por fin desde hace días, mi mente está en calma, aunque mi corazón este afligido. Por lo que puedo ver, atravieso las etapas de duelo, en este caso uno producido por el desamor.— ¡Volví! Mira lo que conseguí… (Entre sus brazos trae varios paquetes). Hay papas, platanitos y todo tipo de saladitos, traje una botellita ron de las de mi mamá, soda y hielo.— Vaya, tienes de todo en esa despensa — Destapamos las papas y el crujir al comerlas retumbaba en el silencio.— Cariño, si algo yo tengo muy claro, es que siempre hay que estar
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