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Todos los capítulos de Alumna Modelo : Capítulo 61 - Capítulo 70
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Ahora también es mi jefe
Jenny: — ¡Vamos hombre! Entra de una vez, que tenemos mucho para ponernos al día.Con el corazón a mil revoluciones por minuto, me acomodo en el asiento, tratando fallidamente de disimular “mi incomodidad” por su presencia. El aroma de su perfume me enloquece, me transporta a esos momentos de intimidad donde piel con piel, me hacia el amor llenándome de placer, definitivamente mi cuerpo esta desconectado de mi mente.Obedeciendo al doctor Guzmán, se sentó en el sofá contiguo al mío, con esa personalidad fría que lo caracteriza, pero que irónicamente me hace arder por él. Involuntariamente me saboreo al saberlo tan cerca, al mismo tiempo que me duelo sentirlo tan lejano, pues, en ningún momento a volteado a mirarme.— No existo para él.El doctor Guzmán, se cruza de piernas en su asiento, adoptando una posici&oac
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Tener fuerza de voluntad
Leonel: Su dulce aroma me tiene enloquecido desde que llegué. Me es tan difícil hacerme el indiferente teniéndola tan cerca, que con solo estirar la mano podría tocarla. Estoy maravillado con lo bella que se ve, esa ropa ejecutiva le queda de infarto, más que sobriedad, complementa su sensualidad. Es que esa es Jenny, una combinación ardiente entre belleza e inteligencia, que me tiene trastornado.Tan pronto como Edén nos deja a solas, trato de evitar que se me noten las ganas de arrancarle la ropa, en especial, por la forma tímida y tierna en la que se quedó parada  a un lado de la puerta, con la mirada gacha y acariciando su brazo izquierdo, en señal de nerviosismo.— ¡Dios mío! Que ganas de comérmela completa — pienso, intentando mantener la compostura.Internamente maldigo mil veces al miserable de Adrián, por obligarme a
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¡Lo odio! ¿O lo admiro?
Jenny: Son apenas centímetros los que separan sus labios de los míos, los latidos de mi corazón parecen haberse sincronizados con el tic tac de las manecillas del reloj antiguo que decora la pared del centro. Trato de resistirme, pero la calidez de su aliento me la coloca difícil, sin mencionar que basta aspirar un poco de su perfume para que me flaqueen las piernas.El instante es mágico, por fin después de tanto tiempo, puedo sentir de nuevo esa electricidad que solamente me recorre cuando estoy pegada a su cuerpo. Sus manos grandes me sujetan con firmeza de la cintura, haciendo que suelte un ligero gemido; embobada observo como humedece su labio inferior con su lengua, generando un escalofrío de anhelo en mi sexo.— ¡Uuuff me muero! Que haga conmigo lo que quiera.Pienso, sin dejar de sostenerle la mirada. Me impresiona el tiempo que hemos resistido sin ir m
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Es más fácil decirlo, que hacerlo
Jenny:Al darse cuenta de mi presencia, antipática se acomoda su larga cabellera oscura y voltea a escanearme de arriba abajo, con esa sonrisa burlona, que me hacer hervir la sangra. Por unos segundos que parecieron eternos, me desafía con la mirada, hasta que finalmente bate su cabello para hablar.— Buenas tardes, ¿Acaso no sabes tocar la puerta? — Su chillona voz me resuena en los oídos (¡La odio!), sin embargo, como toda una profesional no caí en sus obvias provocaciones. — ¡Disculpen! No sabía que debía hacerlo, esta también es mi oficina… Pero tranquilos, sigan en lo suyo…Serena, les sonrío manteniendo la frente bien en alto, con elegancia doy unos pasos hasta mi escritorio e ignorándolos por completo, centro toda mi atención en terminar el informe que debo presentar ante el Jefe de proyecto.—
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¡Bon Voyage!
Leonel:  — ¿Qué haces aquí Amalia?— Ya te dije, vine a buscarte ¿Por qué, interrumpí algo?La cínica actitud de mí querida hermanastra se está saliendo de control, llevándome al límite, en especial al ver la cara que puso Jenny al verla llegar.— ¡No para nada! yo ya me iba.De mala manera, deja caer el capo del carro estremeciendo el silencio del estacionamiento con el estruendo. Amalia sigue guindada a mi cuello, despidiéndose de ella de modo chocante, agitando los dedos de la mano. — ¡Bye! Te cuidado por donde caminas linda.Jennifer ignoró por completo su comentario y siguió de largo, preocupado intento detenerla pero no sirve de nada, en cuestión de segundos se perdió de vista.— ¡Ya Amalia! ¡Quítate, suéltame!<
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¿Vas a desperdiciar esta oportunidad?
Jenny:— ¡¿QUÉ?! ¿Cómo es la cosa? ¡Te vas a ir todo el fin de semana con Leonel a Margarita! (Grito de emoción) ¡Uuuy mamita prepárese que le toca!Para Fanny era imposible disimular la picardía, tan pronto como le conté la razón por la que estaba haciendo las maletas, no dejó de fastidiarme haciendo insinuaciones picantes sobre lo que pudiera llegar a pasar entre nosotros en ese viaje.— ¡Ay ya! Deja el fastidio que lo que estoy muerta de pánico.— Pero de pánico ¿Por qué? Mamita, esta es la oportunidad perfecta para que aclaren todo y recuperen el tiempo perdido… es que imagínalo, resort, playita, bebidas ¡Ay es que tienes que llevarte unos bikinis de infarto! Lo tienes que dejar loco.— ¡FANNY! Bájale dos a la intensidad, recuerda que es un viaje de tr
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En alta Mar, la vida es más sabrosa
Leonel: El corazón se me va a salir del pecho — “Ya llegó” — susurro cuando la veo llegar en compañía de Fanny. Se ve tan hermosa, con esa ropa de verano, que se me van los ojos admirando cada rincón de ese delicioso cuerpo que me trasnocha. De no ser por los lentes de sol, hubiese quedado como un baboso de lo peor.Trago grueso sin perderla de vista, luce nerviosa mientras cuchichea con su amiga, me saboreo ligeramente imaginando lo fácil que sería desprenderla de esas pocas prendas que carga, aunque al mismo tiempo, me consume un miedo arrollador. Serán prácticamente tres días, en los que si bien tenemos trabajo por hacer, estaremos solos, alejados de toda la mierda que hay en la capital, refiriéndome directamente al imbécil de Adrián.La respiración se me corta cuando la veo caminar hacia mí, es increíble la sensualidad que destila esa mujer, me tiene derretido y lo único que ha hecho es simplemente caminar, haciendo contacto visual en todo momento — Contrólate Leonel, respira — r
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El armario de equipaje
Estoy temblando, los latidos de mi corazón están fuera de control, nuevamente puedo beber de su aliento y parece un sueño del que no quiero despertarme. Me dejo llevar por los deliciosos movimientos de su lengua en mi boca, entrelazando mis manos alrededor de su cuello — ¡Estoy en el cielo! —Sus manos se posan sobre mis caderas atrayéndome a su cuerpo, puedo sentir su calor, incluso hasta los latidos de su corazón que pareciera querer salirse de su pecho. Nuestra entrega es tal, que no importa que estemos a la vista de tanta gente, es como si el mundo se hubiese reducido simplemente a nosotros dos, es un momento sencillamente mágico.— Te amo…Susurra sensualmente sobre mis labios y me siento desfallecer, esas dos palabras son todo lo que he querido escuchar durante los últimos meses. Me es imposible controlar lo que hace mi cuerpo — Para que luchar — dejo que me lleve la corriente y lo beso, lo beso con ansias desenfrenadas, queriendo gastar esos gruesos labios que me tienen loquit
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Como se goza en alta mar
Jenny: Tan pronto como se disipó la nube de placer, el temor y los nervios de que alguien nos encontrara semidesnudos, uno dentro del otro, me invadió. Sin embargo, aunque quería vestirme no podía hacerlo, porque el peso de Leonel sobre mi cuerpo no dejaba moverme.— ¡Leo, Leo! Tenemos que vestirnos, alguien puede venir en cualquier segundo.Mis palabras consiguen el efecto contrario, lejos de motivarlo recuperar la compostura, empezó a darme besos ligeros en la piel de mi espalda que estaba a su alcance. Las cosquillas en mi sexo no se hicieron esperar, así como la dureza de mis pezones, que por poco perforaban el intento de mesa.— ¿Estas segura que acabemos ya?... Yo aún quiero más…Antes que pudiera decir alguna palabra, sentí sus dedos dentro de mi robando un quejido — ¡Aghh! ¡mmmm! — la sensación era tan deliciosa, que no deje de saborearme ni un instante, sin duda es un experto en lo que hace.— ¿Ah? Dime ¿Quieres que lo dejemos así o sigo?...Su voz rasposa me estaba volviend
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Que tristeza, que el deber llame
Jenny: Todavía no podía creer lo que estaba pasando, iba en la parte trasera de un taxi, abrazada al hombre que amo y que no dejaba de susurrarme picardías al oído. Sin embargo, pese a la inmensa felicidad que reinaba en mi pecho, el miedo a que todo se desvaneciera, seguía intacto, incluso había empeorado. — ¿Qué va a pasar cuando ya lo estemos de viaje? Era la pregunta que taladraba mi cabeza una y otra vez, mientras Leonel entrelazaba sus dedos con los míos y besaba mi frente. Nadie que lo conozca podría creer esa forma tan linda de tratarme. Parecía un hombre diferente. — ¿Te pasa algo? Has estado muy callada. Me acarició la mejilla con el dedo índice, mirándome como si no existiera más nadie a nuestro alrededor. — La verdad, es que si, pero ahora no es el momento. Debemos enfocarnos en la conferencia, estamos retrasados. Esa era otra de mis preocupaciones, el terminal del ferry se ubica bastante lejos del hotel y era impresionante la cantidad de tráfico que había, entre má
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