Hay quienes dicen que lo que mueve al mundo es el dinero. Otros dicen que es el poder político. Otros, la religión. La información, el poder militar, la ambición, la determinación de los pueblos.Mentira.El verdadero motor de la humanidad, el único impulso indiscutible detrás de todos y cada uno de nuestros actos, es otro: las hormonas. Las secreciones químicas que rigen nuestros deseos y aversiones.Y reto a cualquiera a que me demuestre lo contrario.Esa noche, en ese momento, nada de eso se me pasó por la cabeza, por supuesto.Sólo era consciente de que Lucía estaba ahí. Había llegado a la fiesta, aparentemente ilesa. El alivio que me provocó verla me abrumó por un instante. Y ese instante fue suficiente.Antes de que pudiera darme cuenta de lo que hacía, crucé la cocina y la abracé desde atrás, un brazo cr
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