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CAPÍTULO 40. MI AMOR ALCANZARÁ POR LOS DOS.
José Luis fue trasladado a la emergencia en la clínica metropolitana de Cagua. Y por mucho que Marcia quería renegar de sus sentimientos hacia él, le era imposible. La preocupación sentida por el infeliz de su marido, superaba su odio. No, no era odio. Más bien era dolida profundamente, por las acciones  cometidas en su contra ¿De verdad la creyó tan ruin como para ponerle los cuernos con Andrés? Si debía encontrar culpables, era menester reconocer que ella tenía parte de la culpa. Nunca le dijo a José Luis sobre la existencia de su hermana gemela, simplemente se limitó a hablar de su hermana mayor, sin mencionarle ese detalle, como si él pudiera adivinarlo.¿Cómo no iba a confundirse viendo a quien creía su esposa montando a su mejor amigo? Porque era así. Marcela se excedió en todo, en primer lugar, no debió intentar h
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CAPÍTULO 41. EL ÚLTIMO ALIENTO  
Dos semanas despuésJosé Luis fue dado de alta tres días después de su colapso, regresaron a casa de los padres de Marcia; como durante esos días ella le hizo compañía en la habitación de la clínica, donde le anexaron una cama adicional para que ella descansara, no fue a la casa, sino hasta ir con él, por lo cual cuando llegaron se encontró con varias sorpresas, una, por dentro estaba bien pintada, arreglada y con muebles de sala y comedor nuevo; en cuanto a su dormitorio fue modificado, en lugar de las dos pequeñas camas de su hermana y ella, había una sola un poco más grande a una matrimonial. Al verla no pudo evitar expresar su enojo.—Ni creas por un momento que terminaré compartiendo cama contigo Salvatierra, yo fui clara y no cambiaré de opinión tan fácil, me iré a dormir en la habitación de mis hermano
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CAPÍTULO 42. LA ESPERANZA
Cuando Marcia vio la escena frente a sus ojos, comenzó a gritar como loca, mientras se arrodillaba en el suelo tratando de hacerlo reaccionar. —¡José Luis! ¡¿Qué te pasa por favor?! —exclamaba fuera de sí y aunque ella era ayudante de enfermería, en ese momento su angustia era tanta, que terminó olvidando todo lo aprendido.  Solo sentía un profundo miedo recorrer su cuerpo, Andrés corrió hacia ellos y por suerte uno de los médicos estaba en el lugar, de inmediato lo atendió, lo llevaron hasta el pequeño centro médico del pueblo, dónde empezaron a revisarlo. Marcia no dejaba de llorar, mientras Marcela trataba de consolarla, tenía miedo de perderlo, entretanto el rumor de la gente del pueblo llegaba hasta ellos, pues se aglomeraron a las afueras del lugar y rezaban e incluso otros lloraban por la salud de José Luis, pues era un hombre muy querido entre los pobladores, porque era su principal benefactor. Marcia lamentó el trato dado los días recien
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CAPÍTULO 43. LA MARCHA
Un mes después En el cementerio del pueblo, Marcia lloraba con profundo pesar, al lado Marcela quien la abrazaba, tratando de darle consuelo. Andrés se mantenía muy cerca de ellas acompañándolas, ante la ausencia de José Luis. No quería dejar sola a ninguna de las dos mujeres, pues a una la amaba y la otra llevaba en su vientre a sus bebés, pues les habían dado la noticia de que se trataba de un embarazo gemelar. Por un momento se sintió mal, al no poder corresponderle a Marcela, intentó amarla como ella quería, lamentablemente, no era posible m@ndar en los sentimientos y eso lo entendió, aunque tarde. Después de haber provocado tantas desgracias. Le hizo mucho daño a José Luis, incluso a Marcia, tratando de ganarse su amor, cuando a todas luces era evidente que no sentía nada por él, porque le había entregado el corazón a su amigo. Si tuviera el poder de devolver el tiempo, con gusto lo haría para enmendar todos sus errores. Quizá en el cami
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CAPÍTULO 44. LA TRAMPA
José Luis tomó el camino principal, el cual daba hacía varias fincas de la zona, para bordear la hacienda e ingresar por la otra entrada hacia el pozo, pues por el interior de la hacienda el camino era muy accidentado y temía que los golpes ocasionados por la vía le pegaran a Marcia y al bebé.—¿Y por qué hemos tomado la ruta más larga?—preguntó la mujer con curiosidad.—Aunque es más lejos por aquí, la vía está en mejor estado —respondió José Luis, tomándole la mano y entrelazando los dedos con los suyos.Cuando apenas llevaban unos pocos kilómetros, vieron una camioneta vieja a orillada a la carretera, él frunció el ceño con desconcierto.—¿Esa no es la camioneta de tu tío? ¿Qué está haciendo parada allí? —manifestó mientras
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CAPÍTULO 45. AL QUE A HIERRO MATA A HIERRO MUERE
Marcela cerró los ojos al sentir el calor del aliento de José Luis sobre sus labios, estaba segura de que la besaría, pero en su lugar, la apartó a un lado, para segundos después abrir la puerta y sacarla de la habitación, ella abrió los ojos sorprendida, mientras José Luis se marchaba por el pasillo, sin decir ni una sola palabra.Marcia se frotó los brazos, se tronó los dedos y meció el cabello con nerviosismo, pensando en el error cometido al haber aceptado la locura de su hermana. Marcela quizá no lo hizo con malas intenciones, aun así por culpa de ella todo ese problema se inició. Dio un pequeño brinco al escuchar la puerta de la habitación abrirse y ver a José Luis parado en el marco con la mirada intensa y triste.—¿Qué haces aquí? —preguntó imitando el tono de voz y la actitud de Marcela.—Es
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CAPÍTULO 46. CAPÍTULO FINAL
Cuando la policía se hizo presente en la hacienda Los Cardozo, con orden de aprehensión en contra de Clara por el asesinato culposo de Aníbal Barrientos, se toparon con la noticia de que la mujer fue atacada por dos toros y llevada al centro médico, según los presentes no tenía signos vitales cuando la trasladaron, por eso se fueron hasta el sitio para averiguar la veracidad de las declaraciones. No obstante, al llegar, encontraron que la habían movilizado a la ciudad, pero según en la vía había quedado sin signos vitales, por lo cual pidieron la información al departamento de la policía criminalística en san Fernando. En cuanto a las investigaciones realizadas, comprobaron la culpabilidad de Clara, quien fue la responsable de la muerte de Aníbal Barrientos, y el móvil fue porque el joven la vio teniendo intimidad con el patrón de la hacienda, le comentó
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EPÍLOGO
Marcia observó con amor a sus sobrinas, eran dos gotas de agua, tal como ella y Marcela. Sería fácil para cualquiera confundirlas, como les sucedió a ellas. Rogaba porque sus sobrinas tuvieran mejor suerte y nunca cayeran en un juego de gemelas, por experiencia sabía que no traía nada bueno jugar con el destino.—¿Dónde están mis hijas? —preguntó Marcela al abrir los ojos después de varias horas de permanecer dormida. Le practicaron una cesárea, debido a la estrechez de sus caderas para dar a luz de manera natural y teniendo en cuenta el peligro al cual se hubiese expuesto. Fue la mejor opción.—Están aquí Marcela. Son como tú y yo, dos gotas de agua —sonrió Marcia, pero Marcela sollozó, sus lágrimas se derramaron por sus mejillas sin poder contenerlas.Sus preciosas gemelas habían llegado al mundo si
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EXTRA
José Luis estaba fascinado con la visión de su hijo. En algún momento pensó que no tendría la oportunidad de ver a su hijo nacer, eso fue cuando su corazón se detuvo, añoró vivir ese momento y ahora cuando lo tenía frente así, agradecía al cielo tener esa oportunidad, estaba muy feliz de esa ocasión.—Gracias, mi amor, por este hijo, es el mejor regalo que he podido recibir. Me estás haciendo el hombre más dichoso del universo.—Gracias a ti mi vida, porque habiendo tantas mujeres de tu clase y posición social, me escogiste a mí, para unir tu vida a la mía. A pesar de haber tenido un camino difícil, con muchas vicisitudes, aquí estamos, nuestro mor ha sido probado como el oro más fino, y es verdadero.» Hemos superado todas las pruebas que la vida nos ha puesto y otras provocadas por nosotros mismos. Te amo
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