BIANCA¿Había oído bien?Sorprendida, abrí desmesuradamente los ojos, y se me cortó la respiración.Antonio, al darse cuenta de que me había dejado petrificada con sus palabras, prosiguió:—Quiero una esposa y, en su momento, hijos —musitó sus palabra con una calma impresionante—. También te quiero a ti, Bianca y al parecer, los dos queremos las mismas cosas en este momento de nuestras vidas. ¿Por qué no buscarlas juntos?Pestañeé varias veces sin comprender la explicación de Antonio para decir que ambos queríamos lo mismo. La garganta se me secó y tuve que humedecerme varias veces los labios con la lengua mientras mi mente seguía nublada por aquella abrupta propuesta.—Ya tenemos la pasión, sin la cual un matrimonio de conveniencia no tiene esperanza de prosperar. T&uac
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