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Todos los capítulos de Pez negro: Capítulo 21 - Capítulo 30
47 chapters
Capítulo veintiuno
Después de revisar la carpeta que le había ofrecido Candela, y buscar información sobre alguno de los muchachos que habían enfermado, empezó a realizar llamadas. No todas fueron amables, pero localizó a un muchacho al que le habían realizado multitud de pruebas. Concertó una cita con sus padres para ese día, necesitaba alguna pista. Encontró una plaza de aparcamiento vacía justo enfrente de los jardines, se apeó del vehículo y caminó hacia el ayuntamiento, desde donde estaba pudo ver un banco de piedra enorme; allí había una pareja con un adolescente que jugaba y corría como si fuera un niño pequeño.— Buenas tardes — este no era el mejor escenario para hablar, sin embargo, ellos habían insistido, al parecer no cambiaban su rutina por ningún motivo.— Buenas tardes, agente — respondió la pareja al unísono.— Me gustaría hablar de su hijo, André — vio cómo los padres cogían aire, movían los hombros y colocaban su coraza —. Enfermó hace un par de meses.— Efectivamente — respondió el pa
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Capítulo veintidos
El otoño acababa de llegar a Bardgo. El verano había dejado hermosos recuerdos, la cuerda que habían colgado en una de las ramas de un árbol desde la que se lanzaban al agua; los paseos en barcas o kayaks para recorrer el río e ir haciendo pequeñas paradas para darse un buen chapuzón; las carreras de natación y piragüismo. El verano estaba lleno de vida.Ian, Ela, Val, Chari, Rafa y la nueva adquisición, Luis, solían ocupar la zona más alejada, allí donde podían hablar de sus asuntos sin que nadie los escuchara, les gustaba sentirse mayores, aunque no lo fueran.Luis era un joven fuerte, adinerado y muy alocado que no paraba de hacerle ojitos a Eli, y esta parecía encantada con tanta cortesía, sin embargo, no le permitía ir más allá; una sonrisa, una mirada, pero ya está. Luis había intentado declararse varias veces, e incluso, le había insinuado que fueran pareja, pero ella siempre respondía con una negativa o con una evasiva. Estaba claro que a ella no le interesaba, pero él no se da
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Capítulo veintitrés
Estaba en la cafetería de Armando, le había prometido devolverle el termo, y de paso, se tomó un bocadillo de jamón asado con queso. Se había pasado toda la tarde en el despacho dando vueltas a la misma pregunta: ¿Por qué Sandra se había metido en el negocio? Estaba claro que no vivía en la opulencia, pero no le faltaba de nada en la casa de sus tíos. Si no fuera por la muerte de Ian, y la amistad de Luis con los otros muchachos, cualquiera podría haberla señalado como artífice de todo.No tenía muchas pruebas, pero quizás las suficientes para conseguir una confesión de alguno de los muchachos; pero seguía la gran incógnita ¿Quién estaba detrás de todo esto? Unos simples adolescentes no tienen acceso a este tipo de sustancias, tenía que haber algún adulto involucrado.Carlos lo había llamado hace un par de horas, para informarle que los padres más sospechosos eran los de Eli y los de Chari, los demás tenían pequeños negocios y se veía a leguas que conseguían el dinero gracias a explota
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Capítulo veinticuatro
Era casi medianoche, no creía que pudiera encontrarlo; pero allí estaba, sentado en el muelle, en el mismo lugar que lo había visto la noche anterior.— Buenas noches — Saludó Freire.— Para alguien será, para mí, desde luego que no — el anciano se llevó una petaca a la boca.— Escuché que hubo un accidente en el río esta tarde — era un buen hombre.— Más que un accidente, lo que hubo fue una ejecución — escupió en el suelo —, tardaré lo que me queda de vida en quitarme esa horrible imagen de mi mente — tiró del sedal, parecía tranquilo, pero el sedal temblaba al mismo ritmo que su pulso.— Tengo un agente con su declaración, pero prefiero escucharla de usted — encendió la grabadora —, si no le importa.— Claro que no — recogió el sedal —, además no hay mucho que contar — se revolvió en su silla plegada.— Soy todo oídos — se sentó en el suelo.— Llegué preparado para pescar, llevan días sin picar nada — bebió un poco —. Antes de pisar el muelle escuché unos gritos. Vi al muchacho por
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Capítulo veinticinco
La noticia de los peces carnívoros ocupó la primera página de varios periódicos, la información era tan interesante como extraña. Los teléfonos de la comisaría sonaban con estridencia; varias asociaciones y muchos curiosos querían corroborar que la noticia fuera auténtica y no obra de algún bromista o una idea publicitaria.El pueblo estaba lleno de rostros nuevos que llegaban como moscas cojoneras.La posadera estaba encantada, ni siquiera en temporada alta tenía habitaciones ocupadas. Pescadores, zoologos, y otros curiosos no querían perderse al terrible pez que había devorado a un joven y dejado a otro sin miembros y deformado. Parecía sacado de una película de terror de serie B.Freire se dirigió al hospital. Habían puesto agentes de seguridad en la planta, en la puerta y en la recepción donde estaba Chari y su familia, a causa de las continuas interrupciones de los periodistas. Eran tan sanguijuelas que alguno se había hecho el enfermo intentando obtener información; sólo los vete
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Capítulo veintiseis
Entre las casas baratas y los chalés de los más pudientes, había una zona intermedia donde había casas con jardines muy bien cuidados y fachadas pulcras. Una de las casas tenía la puerta abierta de par en par. Había gente llorando por todo el porche, hasta el punto de formar charcos de agua sobre un jardín gris bajo un sol primaveral.Cuando lo vieron, la gente dio un paso atrás, como si fuera un cuervo que traía terribles noticias, o el enterrador con la pala. En el interior, a la izquierda había un amplio comedor lleno de gente y en el sofá, rotos como un jarrón de porcelana, estaban los padres del muchacho. Todo estaba decorado por los múltiples ramos de flores que habían traído los parientes, amigos y cotillas del pueblo.— Buenas tardes — habló despacio, sabiendo que cientos de oídos lo estaban escuchando —. Sé que no es el momento adecuado — los padres no se inmutaban, sus mentes estaban en otro plano y no escuchaban el mundo que había a su alrededor — ¿Señores? — insistió.— Est
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Capítulo veintisiete
El sudor resbalaba por su cuerpo, los pequeños cabellos rizados del pecho estaban empapados y su oscura barba olía a sexo. Ambos estaban desnudos en el almacén, pero hacía demasiado calor y mucho espacio que recorrer con la lengua, y el tejido les impedía el paso.Tenían los labios encarnados de tanto morderlos al intentar sofocar los gritos de placer. El almacén era grande, pero los clientes no eran sordos.— Tenemos que recoger la caja — Freire observó las latas de refresco tiradas por el suelo. ¿En qué momento se cayó? Calculó que fue entre el tercer y cuarto orgasmo.— No es lo único que hay que limpiar — sonreía y suspira. — Estamos sucisimos — sentía su piel pegajosa debido a los fluidos que ambos habían esparcido el uno sobre el otro— Este caso te está dejando en los huesos — le acarició el vientre, sus músculos empezaban a difuminarse debido a la falta de entrenamiento y de alimento.— Ahora la gente mezcla la realidad con las leyendas de la abuela — cogió una bocanada de aire
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Capítulo veintiocho
En su despacho había llegado una caja con el móvil de Ian encendido y desbloqueado. Aún le quedaban unas horas antes de que llegara Val con sus padres y un abogado, ya avisaron de antemano que no acudirían sin él. Estaban un poco ariscos, ya que la muchacha se encontraba bastante mal por la pérdida de sus amigos. Freire insistió en que necesitaba hablar con ella para solucionar aquéllos desafortunados accidentes lo antes posible.Las imágenes del móvil eran similares a las que había visto anteriormente, un grupo de amigos pasándoselo bien y divirtiéndose todo el verano, habían celebrado cumpleaños y fiestas memorables, donde los cinco eran amigos inseparables. También había imágenes de su padre en el hospital intentando sonreír, o de la cara de su madre cuando su hijo le regaló un hermoso vestido. El primer lavavajillas en la cocina, lo había colocado él mismo, o eso se intuía al verlo con el destornillador en la mano. Había momentos muy alegres y otros llenos de tristeza, no cabía dud
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Capítulo veintinueve
— ¿Tenéis claro lo que tenéis que hacer? — Eli ponía su mueca de satisfacción ante uno de sus planes.— Creo que es demasiado — Ian observaba a su alrededor.— No te acobardes ahora — le escupió.— Estoy de acuerdo con Ian — Val lo observaba —. Esto es ilegal, si nos pillan tendremos problemas.— No va a pasar nada — aseguró —, solo va a ser un susto.— Estoy de acuerdo con darle un escarmiento — Rafa observaba el camino esperando a que la invitada llegará —, pero deberíamos suavizarlo un poco.— ¡Panda de gallinas! — Eli se molestó, le gustaba que las cosas salieran tal y como ella ordenaba, sin preguntas, sin interrupciones.— Ya viene — susurró Rafa.Sandra se acercaba por el camino, se movía despacio entre la espesura y la oscuridad. Esperaba encontrar sus objetivos y, de una vez, conseguir aquellas pruebas que tanto ansiaba. Según había entendido en una de sus muchas escuchas, hoy había quedado con el vendedor en un punto concreto del río, en uno que ella conocía muy bien. Por mu
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Capítulo treinta
— ¿Cuánto tiempo te llevó, desde que la abandonasteis hasta que volvisteis al lugar? — Freire observaba a la muchacha, esa travesura no sólo le había costado la vida a una persona, sino que le había dado un golpe al caso, uno tan grande que podía hacer que nunca se descubriera al culpable.— Tardé unos veinte minutos — la muchacha lloraba como un monzón —. No quería que eso pasara. No tenía que ocurrir nada, sólo era un susto — se agarraba a su madre. — Eli nos dijo que la atábamos y al día siguiente, antes de ir al instituto, la soltamos.— Entiendo — respondió la madre, mientras que el padre la observaba con los ojos abiertos. Se había alejado de ella unos centímetros, como si no reconociera a su propia hija— Este es un pueblo tranquilo. Nunca pasa nada. ¿Qué era lo peor que podía sucederle? — Murmuró.— Lo peor ya le pasó — Freire intentaba mantenerse firme y no decirle las cuatro cosas que pensaba. Sintió un intenso calor en el pecho, el monstruo que se encerraba en su interior gr
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