CAPITULO XXXIV. LUCHA EN LA ALDEA ROJA
Erika apenas podía contener su indignación mientras Gabriel le explicaba los recuerdos de la anciana, enfocándose principalmente en la llegada de los guerreros malditos, por la descripción, eran seres humanos que habían sido poseídos por demonios, y el aura que Erika podía sentir detrás de la puerta de la habitación contigua indicaba que era cierto, sin embargo también era preocupante, de acuerdo a las cifras los demonios habían sacrificado un promedio de trescientas personas en un mes, y de ahí en adelante no tenían seguridad de cuántas más habían sido aniquiladas por sus manos, lo cual significaba que aquellos demonios eran altamente poderosos, pues en el mundo de las energías negativas a mayor número de almas atrapadas y torturadas mayor era el poder del cual podían nutrirse los demonios. Aun cuando estuvieran en un cuerpo humano la magia y el poder obtenidos podría mantenerlos y adaptarse al
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