Capítulo Treintaidós. Lealtad, e Incertidumbre [3/3]
Notó la burla en sus palabras, y apretó sus dientes. —¿Para qué me has llamado? No creo que quieras incluirme en tus asuntos de alta importancia. —Respondió agresivo, pensando una y otra vez que debía controlarse. Damien, ante ello, chasqueó su lengua. —Primero, deberías hablarme correctamente. ¿No has aprendido nada con ella?Su ceño fruncido se aligeró por unos segundos, hablaba de ella.El drástico cambio volvió al mismo lugar, y se salvó que el maldito hombre no estaba mirándolo. —Te he hablado como le hablaría a cualquier persona, incluso a la institutriz. —Respiró hondo, en busca de disminuir el enojo. —Entonces, Su Majestad, ¿para qué me ha solicitado en su humilde oficina?Estaba siendo poco amable, y lo sabía.Damien le miró por unos segundos, analizando la
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