Todos los capítulos de La Élite - El Libro del León - Libro 3: Capítulo 21 - Capítulo 23
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Capítulo 21
Daba bocanadas de humo, formando espirales con su boca, si estuviera en este momento Sebastián le estaría dando un sermón sobre el uso de la nicotina sobre el cuerpo y la importancia de cuidar el equilibrio energético. Sonrió ante la idea de cabrear a Sebastián, hablaría con Maurice para ello. A su costado, una desmadejada Susan, que había colapsado por la tanda de orgasmos a la que la llevo. Sus piernas se veían preciosas con las marcas de las mallas, sutiles pero preciosas. Su celular vibro, anunciándole que ya era hora de partir, había sido un encuentro excelente.Por lo general se desaparecía al final de cada encuentro sexual, pero le causaba curiosidad que no lo hacía con ninguna de sus sumisas, ni con María porque en la mayoría de las ocasiones quien se encargaba del after care después de cada sesión era Pet, algunas ocasiones el asum&i
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Capítulo 22
—¿Qué quieres decir con que fue cancelada la misión? —la cautela floto en su ser, estaba en una minúscula habitación durante tres meses en un hotel de mala muerte en Etiopía. Los zancudos lo tenían hecho un queso de tantas picaduras que tenía en su piel, ni con el camuflaje se había podido escapar de la maldita tortura, y lo peor del asunto, es que no se podía quitar nada, tenía que sufrir en silencio.La peluca le había ocasionado alergia, el maldito de Maurice le había metido polvos pica pica hace tres días, al encontrarlo corriendo tras unas vacas en la calle: -limpio, su figura reconocible, no se ocultaba-, y no supo que caracoles estaba haciendo allí, y menos porque perseguía a las vacas, pero lo que si fue seguro es cuando se detuvo, lo miro, para soplar sobre su cara algo indistinguible haciéndolo estornudar reiteradas vece
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Capítulo 23
Maurice parecía estar disfrutando demasiado de la situación, en su mano un taser era examinado con suma concentración, mientras que a sus pies estaba uno de los hombres que había herido a su querida hermanita María.—¿Le dolerá? —pregunto al aire, dudando un poco.—Por… por favor —suplico la voz a sus pies.—Perdón, tengo un problema auditivo —accionando por veinteava vez el sistema eléctrico que envió su carga eléctrica al hombre sangrante en el piso a sus testículos—, es que no estoy seguro de lo que pides, bicho —propinándole una patada a sus costillas—, ¿Qué es lo que pides? Yo solo quiero que me des el nombre de tu jefecito.Afuera, Nikoleta era controlada por Sebastián de milagro, era tal el nivel de furia que jamás le había visto desde pequeñ
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