Epílogo.
Dos años después. Entro en la cafetería que se ha convertido en mi favorita, pido un croissant de chocolate, un latte caliente sin azúcar porque con el chocolate es suficiente, y entonces me siento en una de las mesas de la ventana, me gusta ver a las personas pasar, las caras sonrientes, aquellos un poco más despistados y los que caminan con alguien de la mano que les hace olvidar que alrededor hay un mundo.–Aquí tiene, señorita – la mesera deja mi pedido en la mesa y yo me llevo el croissant a la boca mientras respondo al mensaje que Oscar me acaba de dejar.Está deprimido porque terminó con Samuel, han pasado casi seis meses desde que no sabe de su exnovio, incluso yo me tuve que ir de viaje con él para intentar quitarle de encima la depresión, pero no lo supera, dice que Samuel es el amor de su vida y que no sabe como vivir sin él, yo le d
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