Todos los capítulos de Hasta que te Encontré. Almas Gemelas. 2: Capítulo 11 - Capítulo 20
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10.- Leila.
Estar a tu lado para mí es estar vivo, jamás te abandonaré de nuevo. No podría. En el momento que lo hice, parte de mí murió por dejarte y apenas la estoy recuperando… J.S. He tratado de conciliar el sueño y es imposible, Jonás se encuentra a mi lado, su aliento tibio choca con mi cuello proporcionándome una sensación de codicia y anhelo bastante conocida, en una sola palabra: quiero sexo. Giro para quedar de frente a su hermoso rostro, se lo ve cansado y ojeroso, pero igual de imponente, soberbio. Y sigue siendo mío. De repente una realidad avasalladora me invade: estoy horrible. Ayer cuando me levanté a asearme con la ayuda de Jackie y Alice, al ver mi reflejo en el espejo lloré casi a gritos por mi apariencia ¿Qué me hicieron? Mi piel ya no es pálida, es gris. Parezco un esqueleto ambulante, no soy ni siq
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11.- Leila.
El dolor más grande me lo proporcionarías tú al decirme que no me amas. Sería fulminante, pero aun así, jamás me iría, siempre estaría ahí para ti… J.S. La estancia en la clínica se me hace eterna la verdad, Jonás no me deja sola en ningún momento salvo cuando tengo alguna revisión. Han pasado ya diez días desde que ingresé y los resultados a pesar de todo lo malo han sido bastante favorables. Mi posición de no irme al apartamento con mi novio sigue en pie, solo falta que se materialice y no me atrevo a decírselo es decir; no tengo claro si es por él o por mí, pero las palabras nunca salen de mi garganta. Salgo del baño con la toalla enrollada y él ingresa con una bolsa de comida, levanta la vista hacia mí repasándome como siempre, como si no pareciera un extraterrestre con la pie
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12.- Jonás.
La rabia es mi enemiga y siento que te estoy perdiendo ¡vuelve a mí por favor! Alivia este dolor…   Llora de nuevo por mis palabras, ni es una declaración en vano; es lo que siento en realidad, ella es mi vida, mi razón de estar cuerdo en este maldit momento para no destrozar a quien la lastimó de esa manera. No puedo creer que haya querido terminarme, pero la entiendo en realidad, debe ser difícil para ella, sin embargo al sentir sus dudas no pude dejarla ir, es demasiado para mi corazón y a pesar de soy un egoísta de m****a, la amo desesperadamente y me niego a que me abandone. Estoy dispuesto a llevarme por delante a quien sea para que ella este bien.   — ¡Muñeca recuéstate conmigo, pensemos las cosas por favor! – mi cuerpo tiembla por el contacto, la deseo más de lo que puedo pensar —. Dime por qué lloras así, dime que te tiene así – se recuesta a mi pecho y solloza tan fuerte que las palabras no sa
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13.- Jonás.
Siento como una rabia desconocida bulle por todo mi cuerpo, esto es diferente a lo que he sentido en otras ocasiones, es un dolor tan profundo que deseo hacerme daño para que se detenga, no quiero sentirlo, no quiero llegar a la locura de nuevo, necesito mantenerme sobrio y sosegado porque ella me necesita, aunque se encuentre confundida por lo que siente en este momento, sé que podemos con esto, pero ella debe dejarme entrar, debemos mantenernos juntos ahora más que nunca.   ¡Y ella me quiere apartar, quiere dejarme!   Mi mente solo se enfoca en ese pensamiento, mi débil mente lo reproduce constantemente. La rabia cada vez es más fuerte, se arraiga, se apodera de mí. Debo salir de aquí, ahora. Mi cuerpo experimenta un dolor casi fulminante, debo drenarlo para poder pensar. Camino sin rumbo y mis pies me llevan a un galpón conocido; es el gimnasio de Gerald, frecuentaba tanto este lugar en mi pasado que puedo llegar sin siquiera mirar atrás.
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14.- Jonás.
  Una vez más me sorprendes. Te amo tanto que es imposible contener la dicha por tenerte de nuevo…   Los días siguientes fueron bastante raros, los ojos de mi Muñeca siempre estaban tristes aunque la Dra. Lisa encontró algo de mejoría en la piel, las últimas pruebas arrojaron que resistiría algún tipo de loción para ayudar al acondicionamiento junto con los medicamentos prescritos.   — El tratamiento está funcionando mejor de lo que esperaba, ya en un treinta por ciento de la piel se encuentran pigmentos más claros que llevados al microscopio me dan excelentes resultados en Melanina y Colágeno ¡que me hacen muy feliz!   Su sonrisa es tan radiante que me abruma, pero mi expresión se mantiene seria ante la de disgusto de la Muñeca que nota como la Dra. Stevens le coquetea a su novio descaradamente. No me importa que lo haga siempre y cuando no me toque y atienda a Leila como debe ser, sin
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15.- Jonás.
Entrar fue demasiado fácil, veinte metros frente a nosotros se encuentra el caos. Mil cuerpos corriendo de un lado a otro, unos cayendo abatidos y otros luchando por sus vidas, somos los únicos encapuchados, nos mantenemos juntos sorteando los matones que se encuentran de frente. Saben que no les haremos daño. Pero no confían en nosotros. Un gigante se detiene con una macana en la mano, su rostro esta ensangrentado y sus manos también. Salta encima de Zed y este lo proyecta hacia otro lado evitando que lo golpee con el mazo que lleva en la mano. Se levanta y es apuntado por ocho tipos encapuchados – nosotros – y decide declinar la agresión.   Continuamos nuestro camino escaleras arriba dos pisos, la tensión se apodera de nosotros a medida que nos acercamos al sitio ya que los gritos e incluso disparos se escuchan muy cerca.   — ¡Chicos, posición! – indaga Swayer desde fuera vigilando.   — ¡Segundo piso Señor, s
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16.- Leila.
Me muevo incómoda y giro para encontrarme sola en la cama ¿Por qué Jonás no está aquí? Bajo y me voy al baño, nada. Salgo en pijama y descalza, no quiero hacer ruido para evitar molestias a los demás. Me dirijo al área de recepción y tampoco se encuentra ahí ¡qué raro! Todo está oscuro muy tranquilo, asomo la cabeza por la ventana y se encuentran los guardias vigilando con normalidad, pero mi novio no aparece. Bajo la escalera para dirigirme a la oficina del Dr. Serrano.   Noto algo raro, todo cerrado y muy silencioso. Avanzo hasta la oficina, cuando me encuentro a dos pasillos escucho voces y unos ruidos desconocidos, com lamentos. Alguien habla y ¡ay Dios están golpeando a alguien! Me escondo tras un pilar y veo un chico golpeando a un pequeño. Sé que debo alejarme de ahí porque el chico parece un pandillero, pero mi boca nunca obedece a mi cerebro y está dispuesta todo el tiempo a meterme en problemas.   — ¡Hey tú, déjalo en paz! – g
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17.- Jonás.
— ¡¿Tenías que ser así de idiota?! Bastardeo de m****a ¡Eres un maldito camicace! – grita y me sacude Zed enfadado. Me falta el aire, el dolor es demasiado y el miedo que tengo no ayuda en nada.   — ¡Zed cálmate por el amor de Dios! – interviene un Robert más asustado quizás que yo mismo.   — No… puedo… respir… - tiro de su camisa, abro la boca buscando aire. No resulta, todo mi cuerpo tiembla descontroladamente y las voces de todos los chicos que se escuchan por mi audífono me están volviendo loco, lo saco de mi oído con desesperación agarrando mi garganta — aire… aire… - Zed tira de la cremallera y prácticamente arranca el chaleco de mi cuerpo, me recuesta en el suelo mientras los demás sacan un equipo express de primeros auxilios.   — ¡Mírame Jonás, no te duermas, no te desmayes! – golpea mi rostro, no siento las piernas.   — ¡Está asustado por el dolor que siente, por el
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18.- Jonás.
La puerta cayó al piso y nos desplegamos a diferentes direcciones, yo me encuentro en medio de Phil y Randall. Miro hacia todas partes tratando de descubrir donde se encuentra mi Muñeca y mi padre ¡Dios, esto es difícil es decir, acatar órdenes, no me acostumbro! Phil me estampa en la pared y espera un momento para salir y dispara al sujeto que le apuntó con su arma.   — ¿Cómo supiste? – me mira de reojo y sonríe con suficiencia.   — Intuición femenina Peque – arrugo el ceño.   Me señala el cristakl de frente que parece un espejo, escucho la carcajada de Randall y tambien el comentario de Robert.   — ¿Un espejo eh? – digo irónico.   — ¿Jodido Pequeñín? – expresa Jeremy y Zed junto a Robert se cagan de risa.   — ¡Todos son unos maricas! ¿sabían? – dos disparos frente a nosotros y caen al piso.   — Ya son tres
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19.- Jonás.
Veo a Leila en el laboratorio de Lobotomía abrazando a alguien, es un chico de piel oscura. Trato de moverme, estirar el cuello para verla mejor y sin embargo no puedo. Todavía quedan como diez hombres dentro de ahí con muchos rehenes razón por la cual no podemos atacar. Malcolm se encuentra en un rincón pensando una estrategia mientras los compañeros que están fuera se reagrupan buscando posiciones más cómodas para disparar desde el exterior.   Desvío la mirada y me tenso al encontrar la de mi padre, me arde la garganta por el miedo que tengo. Él mira hacia su derecha señalándome a Leila y asiento. Pronuncio un “gracias por cuidarla” sin voz y niega sonriendo. Entonces entiendo, al parecer ella se ha portado como una heroína, sacudo la cabeza porque cuando creo que ya no puedo amarla más, me da un mayor motivo para hacerlo. Mi Muñeca, la quiero abrazar y decirle que no pasa nada, pero la realidad es otra y siento que me empujan desde atrás para avanzar hacia el
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