Las palabras de Fernando fueron contundentes, no hay que hablar de que exista algo entre nosotros en el futuro porque está más que claro que se acabó. Debo agradecer a mi familia y a Marcus por semejante ayuda, yo que ya estaba doblegando su ego y sus ínfulas de macho alfa. Derrotado regreso a mi apartamento y ahí están ellos como si la fiesta fuese a continuar. —¡Ericka, querida mía! Se ha ido tu amigo, pero la fiesta es aquí, debemos comer y beber hasta la media noche a ver si nos embriagamos— dice mi hermana, Laura. —¡Niña por amor a Dios! Podemos compartir, pero no, así como dices que no es un antro de libertinaje— dice mi madre. —Me siento cansada, no estoy de ánimos para fiestas, lo mejor es que vaya a dormir, ha sido un largo viaje— respondo en voz alta para que todos escuchen. —Hija, pero si a penas te vemos después de tanto tiempo, al menos cenem
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