(Seven White)La llamada de Brad me pareció de lo más absurda esa mañana, mi mejor amigo preocupado por mi ex prometida, eso era del todo improbable, pero allí estaba, pensando en la conversación que acababa de tener con Don Orgulloso.La entrada de mi preciosa Ana al despacho de casa, con las piernas al descubierto, vistiendo sólo una de mis camisas blancas, llamó mi atención. Sonreí, como un idiota, aún me parecía un cuento de hadas tenerla allí, a mi lado, a la mujer más hermosa que había visto jamás, y era toda mía.Se sentó sobre mí, impidiéndome volver a fijarme en el ordenador, en el trabajo, y me besó apasionadamente, aferrándose a mi cuello. – Deberíamos dejar de escondernos, Seven – me dijo al fin, lucía algo alica
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