Literalmente mi vida es un completo caos, y sin duda alguna, amo cada pedazo de mierda que llueve contra mi redonda cara. Desde pequeña sufrí del maltrato, no solo verbal por mi cuerpo llenito; ellos no se conformaban con insultar a la gorda del salón y llegaron al extremo punto de maltratarme físicamente. En resumen, mis padres me enseñaron a defenderme y mi hermana mayor, Aranza; me enseñó, que sin importar quien sea, no debo de permitir que pasen por encima mío, solo por tener un par de kilos de más. Su frase favorita era: "NIcol, con un solo puño tuyo en sus caras, los dejarás inconscientes por una semana, como mínimo". Amaba como mi hermana convertía esas lágrimas en risas, unas que hasta el día de hoy extraño demasiado. Ella creció, yo crecí. Ella se mudó, yo me quedé con mis padres, y la mejor decisión que pude haber tomado f
Leer más