Narra Luis Daniel Dejé a Sasha en el lugar que me indicó y me fui a mi casa, que queda a dos horas de la ciudad, al llegar me serví un vaso de whisky, subí las escaleras hacia el primer piso con mi vaso en una mano y la botella de licor en la otra mano, fui a mi habitación abrí el gran ventanal y salí al balcón, miraba el paisaje mientras tomaba whisky y sentía la brisa nocturna, mis pensamiento estaban confusos, estaba molesto conmigo mismo por ser un hombre tan sucio, tan sexual y tan traidor. Mi mente repasaba lo que había sucedido durante la noche, Ana se veía increíble en ese vestido, no sólo su piel canela, su cabello negro lacio a la altura sus caderas, su cuerpo curvilíneo, su sonrisa radiante, su manera de bailar, emanaba alegría y sensualidad, la mirada de todos los hombres en ese lugar estaban puestos en ella y cuando digo todos me incluyo. Ninguna mujer en el lugar bailaba tan bien como ella, ninguna era tan sensual, ni tan ardiente.
Leer más