Visité a Miguel Ángel esa semana, en su casa, y corté con él. Él no lo comprendía, no entendía qué había sucedido para que yo actuase de esa forma. Pero yo sabía por qué lo hacía, no podía seguir mintiéndole, pero, sobre todo, no podía seguir mintiéndome a mí misma. Ya no sentía lo mismo por él, hacía ya unas cuantas semanas que todo había cambiado, que había conocido a Pablo, que me había dado cuenta de esa conexión que existía entre nosotros. Ya no podía hacer como si nada, seguir con Miguel Ángel para tapar la realidad, era engañarme a mí misma, me había pillado por Pablo, y de nuevo, volvía a ser el segundo plato de un hombre. Estaba cansada de ser otra más para él, estaba cansada de tener aquella extra&
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