Salí de la sala de las velas y corrí, dejé atrás la iglesia, el pueblo, hasta llegar a casa de Olaff, donde este cargaba unas cuantas motos en la parte de atrás de su camioneta. Me miró, sin comprender, y se sorprendió aún más cuando le abracé y rompí a llorar, pues yo no solía ser así, nunca le buscaba para eso, siempre era una sola cosa lo que quería de él. Shhh – me calmaba, mientras me daba leves golpecitos en la espalda y conseguía traerme paz – ven, vamos a dar una vuelta – me rodeó con sus brazos, a mi lado, y tiró de mí hacia el parque, dejando atrás su casa, las motos, y a su empleado de medio tiempo. Yo no dije nada, sólo me dejé llevar por él, en aquella oscura tarde, apoyada en su pecho – puedes contar conmigo cuando necesites, ya te dije que podemos ser amigos si lo necesitas, Agatha. Quería hacerlo, abrir todas las puertas de mi mente y contar mis secretos, dejar de callar aquello que me traía oscuridad, desahogarme por un
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