La mirada de ambos alfas están entrelazadas, como si estuvieran en una contienda silenciosa que ninguno de los dos quiere terminar. Se puede ver claramente lo parecido que son, no solamente por su físico, sino también por la manera en que lucen las facciones de sus caras, como si lo hubieran practicado en un espejo. “Creo que Zayn está frente a frente con la horma de su zapato”, me dice Aella y yo quisiera reírme, de no ser porque no creo que sea muy seguro hacerlo ahora. “Yo diría, más bien que estos dos saben la determinación del otro”, le respondo y como no me entiende, añado, “pues, que tienen el mismo genio y la misma terquedad y la misma tenacidad, así que están viendo cómo doblegar al otro”. “Pues, con el perdón de Zeira, yo voy a poner mi dinero en Zayn”, indica y yo pongo los ojos en blanco, “después de todo, él es el alfa”. ―No vamos a tener esta conversación, Zeira―le responde el alfa, demasiado cabreado, aunque no estoy muy segura de que l
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