Playa del Carmen fue el lugar elegido para la luna de miel. Noah se había quedado con Bea, así que no debía preocuparme por él, sabía que estaría bien con ella.El lugar era un sueño. Arena blanca y agua transparente. No fuimos a un hotel, sino a una preciosa y moderna casa en la playa. El blanco inmaculado predominaba por todo el lugar, los pequeños toques de colores, lo daban algunos adornos, cuadros y cojines. Y la vista era inmejorable, desde cualquier habitación podías ver el despejado cielo fundirse con el azul extremo del océano. Un verdadero paraíso en la tierra.—¿Le gusta señora Guerrero? —preguntó mi esposo rodeando mi cintura desde atrás mientras yo estaba disfrutando del aire puro y marino en la terraza de nuestro dormitorio.—Es impresionante… no tengo palabras. Siempre haces todo en grande, Ethan.
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