Por favor, antes de contarles mi historia o, mejor dicho, la historia de una chica cuya mera existencia es una prueba de la existencia de un poder superior, permítanme desvariar un poco sobre la magnánima fuerza que irradian las féminas. Porque sí, esto es un relato, pero necesita contexto como las leyendas necesitan mitologías. Que abundante es la belleza femenina para aquellos que sabemos apreciarla, ¿no? Quienes se maravillan con siluetas en cada acera, viendo diosas danzar entre ellas cual pasarelas. Comprendiendo así la importancia de un ser superior al cual adjudicarle la creación de tan perfectos seres. Pues la naturaleza, ni en sus sueños más ambiciosos, podría ser la responsable de la majestuosidad latente en cada mujer. Esa majestuosidad que arranca suspiros y pasiones; sueños y fantasías. Se deslizan por la vida con ese brillo que irradian al sonreír, sin importar su forma, tamaño o color. Ay, las mujeres. Sinónimos de pasión, de bell
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