EPÍLOGO Todos presenciamos el momento en que papá se arrodilla. Mamá no lo puede creer y se cubre la boca. Lloro en mi lugar, Aleksander me abraza por la cintura, intenta contener mi emoción, pero ya lloro a moco suelto. Es demasiado para mí. —Elena, amor de mi vida, ya quiero que seas mi esposa, no hay nada ni nadie que pueda impedirlo. Eres lo mejor que me ha pasado, en medio de altibajos o de momentos buenos y malos, el amor no se esfuma, es más fuerte que todos los desafíos a los que no enfrentamos. Hoy, frente a nuestros hijos, arrodillado ante ti, te pido que aceptes ser mi esposa. ¿Quieres pasar el resto de mi vida conmigo? —Dios mío, claro que sí —exclama abrumada, se deja poner la preciosa sortija y lo besa con amor. Nuestra ovación los aplaude. Estoy tan feliz. Entonces, luego de aquel beso, ocurre lo que menos imaginé, Aleksander va y abraza a su madre, se echa a llorar en sus brazos. Todos estamos impactados por la escena, no nos atrevemos a decir nada. Parece un niño
Leer más