GIOVANNA ¡Que vergüenza! no dejo de repetir una y otra vez en mi mente, cuando una cachetada mental me impacta, haciendome subir la temperatura. Me pongo roja como un tomate al recodar, la escena ardiente de hace unos minutos, su sensual sonrisa, su burla haciendo referencia a mi acoso visual, por último su sonora carcajada, que mandó de lleno un cosquilleo e hizo correr fluidos, por mi latente intimidad. Estoy sentada detras del escritorio con mis manos apoyadas en la cara, examinando los documentos, tratatando de focalizarme en estos. Cuando por la entrada de la biblioteca aparece, antoni, luciendo su fino traje entallado, echo a su medida. Veo que comprueba el horario en su Rolex, con ansiedad en su rostro, luego me mira y se acerca posicionándose, semiinclinado por detrás de mi silla, se inclina un poco más sobre mi cabeza para, observar los papeles del escritorio. Cuando el sonido de su voz hace aparición, consultado algunas clausulas del contrato, toda mi piel se eriza. Contes
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