Nos detuvimos frente a una hermosa casa de dos pisos, cuyos colores eran marrones y blancos. En este pueblo todas las estructuras tenían tonos similares, pero a su vez cada una tenía su propio estilo. Por fuera parecía que todo estaba tranquilo, incluso pensé que tal vez me aburriría, pero en cuanto entramos me sorprendí. Para empezar, la puerta estaba abierta. Quiero decir, nadie nos abrió. Elisa simplemente entró y eso me impactó. Luego dentro había cientos de personas, más de las que imaginaba. Algunas luces estaban encendidas pero otras no, dejando espacios más oscuros que era donde un grupo de personas bailaban. En c
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