Todos los capítulos de Hasta que te Encontré. Serie Chicos malos 1 : Capítulo 21 - Capítulo 30
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21.- Jonás.
La cinco de la mañana y no he podido dejar de mirarla dormir, no sé qué coño me pasa con ella, es  que no es… igual que las otras, obviamente es virgen y no me agradan, pero me atrae como si fuese un imán. No entiendo una mierda y no me lo voy a plantear. Me voy de aquí antes de que esta muñeca despierte y crea que quiero algo más con ella que… nada, porque no quiero nada. — ¡Charles! – Llamo su atención y viene hacia donde me encuentro justo en la puerta de la habitación donde yace Leila — ¡Debo irme, tengo… algo que hacer! – asiente y me da la mano. — ¡Gracias por hacer esto, por ella! – suspiro, este tío es toda una monada. — ¡Eh, si lo que sea! – le digo para evitar su expresión de chico bueno — ¡
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22.- Jonás.
Abandono la cama y entro a la ducha de nuevo, mi cuerpo se resiente por el agua fría por el sudor y el calor que siento. Lavo mi cuerpo y el cabello. De pronto la imagen de Leila invade mi mente y cierro los ojos, recorro mentalmente su cuerpo con ese vaquero desteñido y a la cadera que le hace un culo precioso y que si lo tuviera de frente en este momento azotaría, su rostro es perfecto, sus carnosos labios, esos ojos grandes y expresivos, su nariz pequeña y respingona. Recuerdo el vestido de ayer y me empalmo como un adolescente ¡no puede ser! Aun me duelen los músculos de la batalla con Kimmy ¿fueron que, cuatro horas? ¡Jesús soy un degenerado e insaciable pervertido de mierda! Pero mi mano se mueve sola al ritmo de la música que recuerdo estaba disfrutando esa chica pequeña, pura y virginal que está colándose en mis pensamientos. Aprieto los ojos y mi mano vuela sobre mi pene haciéndo
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23.- Jonás.
¡Mala idea haber venido! ¿No entiendo que hago aquí?   Los veo entrar y mis dientes rechinan, Frank es un buen tipo, pero yo no y le tiene los dedos puestos en la parte baja de la espalda ¡maldición, quiero cortarle la mano! No me han visto y voy a aprovecharme de eso para vigilarlos, si se le ocurre flirtear con ella me va a oír, pago mi entrada y me escondo de ellos cuando ingresan a la sala, luego entro y me siento en el último lugar en el rincón derecho.   Ella le sonríe y él a ella, aparentemente es algo inocente, pero Frank a pesar de que es un poco más tranquilo sexualmente es un hombre igual que yo y ella… me pertenece ¿qué, pero que me pasa? Paso las manos por mi rostro, exasperado y con furia. Me levanto de la silla y salgo de la sala de cine, doy vueltas como un loco por el frente y me dispongo a largarme de allí, no puedo quedarme y husmear en su vida, eso sería acoso y yo no soy así ¡maldita sea Leila Monserrat! ¿Qué estás hacie
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24.- Jonás.
Capítulo 24. Jonás. Robert viene detrás y no se ve nada contento, la chica lleva la cara abajo y en el momento que se gira hacia ella con los puños cerrados noto su rostro colorado y los ojos enrojecidos. Normalmente no me meto en sus problemas pero la empuja y salto de la silla para dirigirme hacia él. Los chicos también dejan sus asientos. — ¿Todo bien Campeón? – Gira sorprendido y me fijo en su rostro — ¿Qué sucedió Rob? – bufa muy enojado. — Las señoritas decidieron que era buena idea salir solas en busca de unas golosinas y alguien se metió con ellas – dice con voz trémula de enojo — ¡Tuve que intervenir! – asiento. — ¿Quién es el sujeto? – él la mira a los ojos y los de e
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25.- Leila.
Me asió por el codo y prácticamente me arrastro hacia afuera de la habitación, su toque me calienta el cuerpo, me produce un estallido en el estómago que viaja a mi bajo vientre ¡soy una zorra! — ¡Suelta! – Me deshago de su agarre — Solo tenías que decirlo y yo habría salido por mis propios medios – adelanto el paso y siento la vibración de mi teléfono, sé que es mi padre. El que ahora según, quiere protegerme del mundo ¡pues que se vaya a la mierda! No hará conmigo lo que hace con mi madre. Saco el teléfono y es mi hermana. — ¡Hola! – Respondo y cuando giro tengo a Jonás como un águila vigilándome, se me acelera el pulso — ¿Qué quieres? – lo miro a los ojos y éste los entorna, pongo los míos en blan
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26.- Leila.
En el frente de la casa se encuentra el imbécil de Genaro, es un tipo desagradable que busca una oportunidad conmigo y apuesto mi vida a que mi padre está furioso porque vino a desearme feliz cumpleaños y no estaba para él ¿asqueroso no? Que tu padre quiera casarte con un hombre que ni siquiera conoces y de paso es diez años mayor, divorciado y repulsivamente rico. — ¡Gracias por traerme! – Trato de abrir la puerta pero se encuentra obstruida — En serio necesito salir, no es buena idea que estés mucho tiempo aquí ¡debes irte por favor! – pero como el rebelde que es, sale del auto y lo rodea. Abre la puerta y ofrece su mano para ayudarme a bajar, quedo embobada con la tinta de su brazo, es fascinante verlo moverse con todos los adornos que lleva en la piel ¡me encanta! — En casa, sana y salva señor
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27.- Jonás.
— ¡Sí Leila es Jonás! Ahora dime si te encuentras bien o no – si la lastimó voy a matarlo ¡lo juro! — ¡Estoy bien, nunca me golpeará delante de la gente! – ya lo ha hecho. — Si te toca habrá consecuencias ¿sabes? – su jadeo de asombro me saca una risa. — Es mi padre y es muy influyente, no creo que sea buena idea hacerlo enojar ¿sabes? – suelto una carcajada. — ¿Sabes muñeca? – Susurro — ¡Me importa una mierda cualquier influencia que tenga tu malnacido padre! Si te toca lo aplasto – silencio — Y para la próxima, contéstame a mí – digo con todo el mal humor que me caracteriza. — ¡No sabía que eras tú! No tengo tu número
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28.- Jonás.
Giro hacia la izquierda en la cama y tropiezo con un cuerpo blandito, que huele delicioso, me duele la cabeza como si me hubiesen apaleado con un bat de beisbol. Giro hacia la derecha y tropiezo con otro cuerpo ¡mierda! Me incorporo y me tallo los ojos con las palmas. Una, dos, tres ¿cuatro? ¡Ups! ¿Yo hice todo esto, solito? Espero que hayan quedado satisfechas las cuatro porque no recuerdo mucho de lo sucedido, solo a Kimmy y a la morena que resultó ser… buena. Me duele el cuerpo como si hubiese boxeado con Rocky Balboa, me arrastro hasta la ducha sin saber siquiera como; creo que hoy no saldré de la cama. — ¿Te acompaño vaquero? – me asomo abriendo la mampara y sonrío a la pelirroja que tengo enfrente. — ¿Vaquero? – asiente con el labio mordido, tiene unos senos increíbles. — ¡Disparas de
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29.- Leila.
— ¡Hay que joderse tía! – Exclama Dakota con unos ojos como platos ante lo que nos refiere Alice — ¿con seis chicas? – mi alma cae al piso, tal como lo dijo ella misma. Los chicos malos nunca cambian y Jonás Serrano menos que menos “solo anda con chicas para tener sexo sórdido y sucio”. — ¡Lo siento Leila, sé que te agrada! – Trago el nudo de espinas que tengo en la garganta — Pero esto no podía dejar de decírtelo, es por tu bien – sacudo la mano derecha quitándole importancia. — ¡Solo es un chico buenorro, nada más! – Todas quedan pasmadas — ¿no es lo que dicen? – aparento ser fuerte, pero quiero irme al baño a llorar. — ¡Bueno, no hay que negar que tiene lo suyo! – Expre
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30.- Leila.
El ayudante del Rector ingresa a la sala de detención leyendo un informe y al levantar la vista sus ojos azules asombrados se suavizan un poco al ver los míos aguados ¡ok soy una cobarde, lo sé! Pero nunca le he dado problemas a mi madre, el Sr. Campbell siempre me ha tenido cariño porque dirige el instituto donde di el bachillerato. Me conoce desde niña y eso no ayuda a detener mis lágrimas. — ¡Srta. Leila Monserrat! – Sonrío débilmente — Jamás imaginé verla aquí y menos en una situación como esta – sacude la cabeza, es en serio que no lo cree. — ¡Lo siento mucho Sr. Campbell, pero él me insultó primero! – asiente. — Entiendo su reacción, estudié el video y… el Sr. Marshall ya ha sido sancionado – dice y me quedo boqui
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