Vince conocía la lealtad y la deslealtad, su esposa era una niña que limpiaba la casa, limpiaba los gallineros y alimentaba los chanchos por la tarde, era la misma niña cuyo padre era borracho y le golpeaban todos los días. Su madre la cobijaba debajo de su falda y le peinaba el cabello, él detestaba que le quisieran tanto, al inicio sentía que le quitaba, pero con el tiempo aprendió a amarle. Aprendió que la sencillez era lo que la hacía hermosa, la nobleza en su corazón no existía, pero sí la entrega y lealtad. Era una mujer entregada a su madre, le cuidó cuando enfermó y nadie creyó que tuviese algo, todos le achacaron a la menopausia, a la falta de dinero, el estrés o las largas horas en el campo, Lali vio el dolor donde nadie más, desde paños calientes hasta masajes. Cuando el dinero cayó en su propiedad, su papá se debatió entre entregarlo a la policía, quemarlo o simplemente enterrarlo. Lali, les recordó que tenían una mujer enferma, un negocio que
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