Pasó una semana, Alejandra decidió quedarse un tiempo conmigo antes de regresar a casa de su madre, pues había decidido que daría a luz en el pequeño pueblo donde había crecido, ya que, su mamá era quien la podía ayudar en aquellos días en que más necesitaba ayuda, más que ella era primeriza, aún le faltaba mucho por aprender, como bañar a un bebé cuando aún tiene el cordón umbilical, si el bebé sufre de cólicos no sabría que hacer, en las noches cuando tenga que amamantar, necesitaba a alguien con mucha experiencia y de confianza, y la más indicada era su madre.—Abby, ¿qué te parece Alondra Estefanía? —dice Alejandra entrando a mi habitación, se acuesta en la cama boca arriba y en sus manos tenía un libro de nombres para bebés. —¿Cómo dices? —digo algo desconcertada, pues me había agarrado por sorpresa, pues me encontraba arreglando la ropa en mi clóset.—El nombre de mi hija —dice ella colocándose de lado para mirarme— Alondra Estefanía, me gustan ambos nombres y,
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