No podía respirar adecuadamente de solo pensar en que estaba llorando y no podría consolarla, sentía que le estaban arrancando el corazón del pecho para luego apuñalarlo en repetidas ocasiones ¿Cómo Manolo podía ser tan miserable como para meterse con una niña? Una cosa eran los asuntos entre los dos y otra muy distinta era Gabriela, era algo bajo incluso para él — No llores mi amor, por favor, te prometo que todo va a estar bien— — No sé dónde estoy mami, tampoco que es lo que quieren. Lo siento, siempre me dices que no vaya con extraños… Te juro que yo no quería— — Lo sé cielo, no te preocupes por eso ahora. Voy a resolverlo y estaremos juntas de nuevo— — ¿Resolverlo cómo? Mami tengo mucho miedo— — Y está bien tenerlo hija, es normal, no tienes la culpa. Deja todo en mis manos, nada malo te va a pasar… Te lo juro— Y le creyó por supuesto, Marisa nunca rompía una promesa, mucho menos una que la involucrara a ella — Te amo mami, perdóname— Del otro lado Marisa cerró los ojos
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