¿Modestia en Italo?Debo darle la bienvenida a los cambios.La primera vez que vine a Italo, sentí una conexión. Vislumbré a mi ideal de entonces y al que sería cuando pasaran los años. Iba con los audífonos de ponis que taladraban mis oídos en una oleada de corriente abrazadora. Caminaba aislaba del mundo, o quienes venían a reafirmar matrículas.Como Alana estaba junto a mis padres, me sentí nunca menos observada y el deseo de inspeccionar la Universidad se apoderó de mí.Mis pasos eran como el ánimo de un decaído y el viento de mal garrotero, zarandeaba mi cabello. Intenté por ende apartar el efecto del invisible sobre mí pero tropecé. Un niño brabucón algo más alto, de cabello negro y crespo, como si pompas de jabón se tratara, me inspeccionó a la espera de una disculpa.— Lo siento –pronunc
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