El sueño se cumplió, eran como las cuatro de la tarde, mi padre fue arrollado por un auto y murió de manera instantánea. Semanas atrás me atormentaban las pesadillas, era lo mismo, mi padre cruzaba la avenida universitaria después de dar clases y un auto que conducía a toda velocidad lo arrollaba. Reiteradas veces le conté a Patricia, mi hermana mayor, sobre el sueño. Ella dijo que eran patrañas, que nada de eso sucedería, pero siempre que soñaba con algo sucedía en la realidad. La primera vez fue así, soñé que mi hermana abortaba, y abortó a las semanas siguientes. Yo no le dije nada por temor a que me regañara mi madre, pero luego le dije y me reclamó diciéndome por qué no le había comentado nada del sueño. Ahí empezó todo, ella me explico que era de familia tener epifanías. Se remontaba a mi bisabuela materna, doña Mathilde Salazar. Mi bisabuela ofrecía sus servicios de clarividencia en Masaya. Todo mundo la conocía como “la hechicera”. Dice mi madre que ella pactó con el diablo
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