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Los rumores eran ciertos

Diario La Prensa

Editorial

Posible invasión alienígena en Nicaragua

La preocupación de los habitantes de Managua es cada vez mayor debido a las maniobras militares cercanas al Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino. El Ejército Nacional prometió brindar una conferencia de prensa, sin embargo, han pasado dos semanas y todavía se guarda silencio de la supuesta prueba de armamento. No obstante, varios pobladores confirmaron haber visto en el cielo un gran objeto en llamas que cayó en picada en los predios baldíos. Tomás Quintera, conductor que transitaba de sur a norte en la carretera panamericana, se detuvo para adentrarse a la zona de impacto, pero los soldados del ejército llegaron en camiones y helicóptero para acordonar el lugar. Un poblador asustado por la explosión también se acercó, de igual manera los soldados le prohibieron el paso.

            El rumor del un avistamiento extraterrestre crece cada día entre los capitalinos. Algunos se han desbordado en los supermercados comprando víveres, los entrevistados dijeron que algo terrible ocultaba el gobierno, y por eso se preparaba para lo peor. No solo los supermercados se llenaron de multitudes, también las gasolineras y hasta algunas familias decidieron salir de la ciudad. La población teme a lo desconocido, y tienen razón en eso, porque científicos como el astrofísico Guillermo Wayland, afirma que un objeto no identificado se estrelló en la ciudad y el gobierno lo oculta, sin embargo, la mayoría lo sabe, y como nunca han confiado en el presidente, han decidido huir hacia las montañas.

            Durante estas dos últimas semanas hemos insistido en guardar la calma y no apresurarse a tomar decisiones que más tarde puedan lamentar. Nuestro compromiso es informar la verdad, pero por el momento debemos esperar las orientaciones del Ejército Nacional y del gobierno.

            Jaime Bolaño estaba acostado en su cama, bostezaba y leía los periódicos de hace días, se sentía hastiado del tema, a cada momento escuchaba mencionar que los supuestos alienígenas invadirían la tierra comenzando con Nicaragua, una total estupidez, consideraba Jaime. Con solo pensarlo le causaba demasiada risa y volvía a leer una y otra vez el diario para reírse de tanta locura.

             Jaime regresaba cansado a su casa después del trabajo, vivía en un cuarto de la Colonia Villa Tiscapa, bastante cerca del trabajo. Se encerraba para olvidarse del tedio, a veces llegaba tan rendido que ni cenaba y dormía hasta que el despertador sonaba al día siguiente. Esa tarde, Gregorio, un viejo amigo de Jaime, apareció de sorpresa, aunque Jaime no quería ninguna visita. Gregorio trajo muchas botellas de cervezas y los cigarros preferidos de su amigo. Esto alegró un poco a Jaime, y se entusiasmó con la idea de tomar cervezas. Mientras tomaban hablaron de sus años en la universidad y de sus novias que alguna vez tuvieron. Recordaron las fiestas en la discoteca El caramanchel y el bar Uruk Kali donde amanecían hasta emborracharse. Los años habían transcurrido y muchas cosas sucedieron después de graduarse, algunos compañeros viajaron al extranjero, otros se prepararon para ser maestros de colegios de secundaria, y de tanto recordar brindaron con las cervezas.

            Gregorio tenía planes que ocultaba a Jaime, sabía que tocar el tema alienígeno debía evitarse a toda costa porque de lo contrario Jaime se enojaría, pero Gregorio había decidido irse de la ciudad por eso vino a la casa de Jaime como manera de despedida. Continuaron hasta las siete de la noche hablando sobre sus trabajos, Gregorio ese mismo día renunció al puesto de cajero en un restaurante, empleo en el que llevaba un año. Cuando se hizo tarde, Gregorio se levantó de la silla, le dio la mano a su amigo, Jaime se acercó para darle un abrazo, y Gregorio se sintió culpable por no contarle sus planes, luego del abrazo se retiró y se fue.

            Era sábado, al día siguiente podía descansar, por lo tanto, Jaime se quedó toda la noche fumando mientras cavilaba en el delirio de sus conciudadanos. Pensó en la posibilidad de los rumores, y rumiaba la idea de los extraterrestres. Había visto películas, y supuso que era imposible que seres del espacio se fijaran en Nicaragua. Había más posibilidades de tales sucesos en los vastos desiertos de Norteamérica donde en décadas anteriores se habló del caso Roswell. Supuso que todo era un invento de la gente que se dejaba llevar por las estúpidas noticias locales. No se creía un borrego más de los medios particulares, sentía que era superior por guardar la calma, en todo caso, pensó que si era verdad todo ese asunto, se dispararía con la pistola nueve milímetro que guardaba en la mesita de noche. Siguió fumando mientras reflexionaba sus disparates de suicidio e invasión alienígena.

            El lunes siguiente, Jaime asistió a su trabajo como cualquier otro día, sin embargo, observó que el cubículo de Gregorio estaba vacío. Tal como esperaba, su amigo abandonó la ciudad. También había otros escritorios sin ocupantes. Su trabajo en el centro de llamadas le angustiaba, atendía a los extranjeros para resolver sus compras de aparatos electrónicos y asuntos técnicos. A la hora del almuerzo se encontró con Úrsula, amiga de Gregorio. Jaime quería evitar a toda costa el tema de su amigo, a pesar de eso, Úrsula se acercó para decirle que Gregorio se marchó por temor a los extraterrestres, y que ella pronto también lo haría. Se sentaron a la mesa mientras almorzaban. Y, la muchacha abrió el Diario La Prensa, Jaime le dijo que hacía insoportable la hora del almuerzo. Así que levantó con la bandeja de comida y se fue a otra mesa a terminar de comer.

            Un dolor en la nuca agobiaba a Jaime, el dolor era debido al estrés acumulado por el trabajo y las noticias que a diario bombardeaban su mente: la radio del autobús, los periódicos y sus compañeros de trabajo. Mientras iba camino a su casa pensó que tal vez había algo de razón en todos los rumores, y que pronto habría un cataclismo que destruiría toda la raza humana. Aunque no le parecía una mala idea, debido a su concepción pesimista de la vida. Daba por sentado que la humanidad, aun los buenos, son culpables del desastre ecológico, y todos merecían desaparecer para dejar respirar al planeta. Jaime se sentía parte de esa humanidad decadente, tanto así que encendió un cigarro, y expulsó una bocanada de humo sintiendo rencor por todos, en especial por su amigo Gregorio.

            Llegó a la puerta de su casa, extrajo el llavero y abrió. En seguida observó a uno de sus compañeros de cuarto y le dijo que se iba a las montañas para escapar de los alienígenas. Le pidió a Jaime que cuidara de Tulio, un conejo que tenía de mascota. Jaime asintió y entró a su habitación en busca de la pistola nueve milímetros, el arma era de su padre, antes de independizarse su progenitor le dio la pistola para defenderse en caso de un ladrón. Su padre era amante de las armas, además su negocio consistía en un campo de tiro en las afueras de la ciudad. Así que Jaime sabía usar el arma como un profesional. Durante su juventud practicó el deporte de tiros logrando participar en el equipo nacional de tiro. Obtuvieron el segundo lugar centroamericano, y luego decidió abandonarlo. Lo hizo para complacer a su padre.

            Sabía que el suicidio sería una forma de rebelarse ante el mundo, pero luego pensó que también era una manera de escapar ante una estúpida invasión alienígena. La noticia ni siquiera se había confirmado, y el Ejército Nacional parecía que no iba a dar ningún resultado de sus investigaciones de más de tres semanas. Postergar su suicidio daría lo mismo, sin embargo, decidió llamar a su padre. Buscó en el celular el contacto de su padre, marcó y esperó unos segundos hasta que respondió. Jaime le preguntó cómo iba el negocio, su padre empezó a lanzar maldiciones y blasfemias en contra del gobierno y de dios porque tuvo que cerrar el campo de tiro debido a la huida de la genta hacia las montañas. También le dijo que debería venir a su casa para pasar el fin del mundo con él y su madre. Jaime le contestó que no se había confirmado la aparición de los extraterrestres, por tal razón iba a esperar hasta el último momento. Luego de eso, se despidió de su padre y colgó. 

            Guardó el arma en la mesa de noche, tenía bastante hambre y preparó pasta con carne molida. Después de cocinar, se sentó en la mesa, y Tulio estaba a sus pies, parecía que quería decir algo, pero siguió dando saltitos por toda la sala. Jaime comió y tomó algunas cervezas. Era la hora de fumar, encendió un cigarro, y luego otro. Decidió salir a dar un paseo por la zona, mientras caminaba, observó a las familias empacando sus cosas en los autos. Se sentó en una banca y encendió un cigarro más, sentía asco por las familias, es decir, en primer lugar no creía en el matrimonio, pensaba que era una imposición para alcanzar un rango en la sociedad, también pensaba que formar una familia era un derroche de dinero. Para la alimentación y educación se recurría a grandes cantidades de capital, que bien podrían aprovecharse para uno mismo. Aunque su trabajo no le producía grandes ganancias, vivía tranquilo, sin nadie quien lo molestara, pero había surgido el tema ovni, y sus planes de independencia se derrumbaban. La única salida a todo era el suicidio o unirse a las estúpidas familias que se dirigían a las montañas.

            Tiró la colilla de cigarro y la aplastó con el zapato, se levantó de la banca y volvió a la casa. A la media hora apareció el otro compañero de cuarto: Otto. Le preguntó si él también se iría a las montañas, Otto contestó que tenía planeado una fiesta lisérgica el próximo fin de semana para recibir a los extraterrestres en la casa de una amiga cerca de la playa de San Juan del Sur. A Jaime le pareció una buena idea la fiesta lisérgica, sin embargo, el propósito era un sin sentido, supuso que no tenía opción, y dijo que lo acompañaría. Más tarde, Otto tocó a la puerta del cuarto de Jaime para entregarle el Diario La prensa. Jaime lo tomó y lo lanzó a la cama, se fijó en el título de la primera plana y leyó la nota editorial:

Diario La Prensa

Editorial

Alienígenas invaden un hogar

Estamos en la tercera semana después del incidente cerca del aeropuerto, varios pobladores afirman que muchos objetos no identificados sobrevuelan por las noches. Y, aunque suene irrisorio, los extraterrestres tuvieron contacto con una familia, según el testimonio del único sobreviviente, una pequeña nave aterrizó en la casa y, se llevó a toda la familia: dos adultos, tres niños. Fuimos a investigar la casa abandonada y, en efecto, la familia no estaba, además el jardín tenía rastros de un incendio, pudo ser el aterrizaje de la nave.

            El Ejército Nacional se pronunció al respecto para desmentir la desaparición de la familia, ahora la zozobra aumenta en los ciudadanos. Es el primer contacto alienígeno que se presenta en el país. El único que se ha reportado y registrado en los archivos de científicos de prestigio nacional. También el presidente de los Estados Unidos dio una conferencia de prensa para anunciar que los científicos han detectado señales y mensajes encriptados de vida extraterrestre. Agregó que países europeos han avistado naves que sobrevuelan durante la noche. Además, el gobierno de Estados Unidos solicitó a las autoridades de Nicaragua que brindaran toda la información disponible acerca del hallazgo de la supuesta nave que se estrelló en predios baldíos. Sin embargo, el presidente de Nicaragua dijo que no aceptaría la injerencia imperialista, y que sus problemas él los resolvía con el pueblo.

            Ahora que se ha confirmado la presencia de alienígenas en el planeta, miles han dejado sus hogares para huir lo más lejos posible, algunos van a las montañas del norte del país, otros a la selva del Caribe. Esperamos que los visitantes sean amistosos, de lo contrario sería el fin de la raza humana.

            A Jaime le pareció demasiado graciosa la historia que el Diario La Prensa, el más serio de todos en el país, también se prestara al juego de las supuestas apariciones. Tiró el periódico en la cesta de ropa sucia y se durmió. En sus sueños se vio con un ser que irradiaba luz en todo su cuerpo, y cada vez que mencionaba el nombre de Jaime, los rayos de luz aumentaban de tono. Jaime se percató que estaba en un sueño porque volaba por los cielos junto al ser iluminado, quien le decía que pronto iba a conocer la verdad del universo y todos los secretos ocultos del planeta tierra. El ser iluminado se elevó y soltó de la mano a Jaime dejándolo caer al suelo. En ese momento despertó empapado de sudor y con el corazón acelerado. Pensó que la locura de la gente lo estaba contagiando a tal punto de soñar con alienígenas, también se le ocurrió que el ser iluminado tenía una voz como la de un obispo cuando presenta la misa, algo tenebroso para él, su cabeza empezó a dar vuelta a la posibilidad de los extraterrestre, sin embargo, pronto tendría que levantarse para ir a trabajar.

            Mientras viajaba por el colectivo se dio cuenta que muchos asientos estaban vacios, y poca gente abordó el autobús. Algunos ni siquiera parecían que iban a trabajar debido a sus ropas. Cuando llegó a la bahía cerca del edificio donde trabajaba, el guardia le dijo que habían despedido a todos los operadores de llamadas, y que hasta nuevo aviso se les daría sus liquidaciones porque estaban en proceso de salvaguardar vidas en caso de una invasión extraterrestre. Jaime no creía lo que acababa de escuchar, se molestó tanto, extrajo un cigarro y se puso a fumar. Llamó por teléfono a su papá para contarle sobre su despido en el trabajo, su padre le contestó que debía aprovechar el momento para huir de la capital. Jaime se enfureció aun más y colgó. Se fue de regreso a la casa y esperó que fuera mediodía para ir al bar La biblioteca. Cuando dio la hora se levantó de la cama y caminó dos cuadras para llegar al bar. Subió las escaleras y se encontró al dueño del bar con muchas maletas. Jaime pensó que también se iba de la capital, así que volvió a la casa y encendió otro cigarro.

            Jaime pensaba que la posibilidad de una invasión era inminente, pero no sabía los estragos que causaría, además podían ser amistosos y la locura de huir de la ciudad era una estupidez. Pasó varios días encerrado en su casa esperando el fin de semana para unirse a la fiesta lisérgica en San Juan del Sur. Cuando llegó el día, su compañero de cuarto le preguntó si estaba listo para ir a la playa, Jaime salió de su cuarto con una mochila, caminaron al estacionamiento y abordaron el auto. Otto se mantuvo callado durante el trayecto de dos horas hasta llegar al departamento de Rivas, todo ese tiempo Jaime se la pasó fumando y tomando latas de cervezas.

            Llegaron a la casa de la amiga de Otto, afuera había muchos autos, y varios jóvenes estaban en el balcón de la casa. Otto tomó sus maletas y se dirigió con Jaime a buscar a su amiga. Jaime estaba algo ebrio y quería estarlo aun más para olvidarse de todo, y cuando la amiga de Otto les mostró donde podían dormir, Jaime intervino y dijo que dormiría en la playa, la muchacha le advirtió que era peligroso dormir ahí por los ladrones, pero en ese momento a Jaime no le importaba nada. Dejó su mochila en el cuarto, y caminó a la playa que quedaba a pocos metros de la mansión. Otto lo siguió porque sabía que en su estado de ebriedad podía ahogarse, y lo convenció de calmarse y sentarse a fumar. Cuando por fin Jaime se encontraba estable, volvieron a la mansión, dentro de pronto comenzaría la fiesta que la animaría el DJ Colline.      

            La fiesta dio inicio, los jóvenes se reunieron a escuchar las pulsiones emocionantes de la música electrónica. Algunos estaban en la piscina, otros sentados y los demás de pie saltando al ritmo de la música. La mayoría gritaba «¡vivan los alienígenas, vivan!», esto desorientó a Jaime y siguió fumando sus cigarros, también tomó más cerveza. Más tarde se encontró a Otto que le pidió cuidarlo debido al ácido lisérgico que había tomado. Se acostó en una hamaca y Jaime lo cuidó mientras su mente viajaba por el espacio sideral. De repente, Jaime escuchó las sirenas de la policía, los jóvenes seguían en su fiesta, sin embargo, varios oficiales entraron a la casa y la amiga de Otto habló con ellos, luego se retiraron. Jaime pensó que iban a clausurar la fiesta, pero no fue así.

            El viaje lisérgico de Otto tardó algunas horas, luego de estabilizar su mente, se levantó y le pidió un cigarro a Jaime, pero ya no habían. Jaime le dijo que lo acompañara a comprar cigarros, salieron de la casa y caminaron, sin embargo, unos ladrones los divisaron en moto y los amenazaron con machetes y pistolas para quitarles sus pertenencias. Como Jaime solo llevaba su cartera con doscientos pesos, los ladrones se molestaron y empezaron a golpearlos hasta dejarlos tendido en el pavimento, luego tomaron la cartera de Jaime y se largaron. Unos muchachos de la fiesta que también iban en busca de cigarros los encontraron en el camino y los ayudaron a llegar a la mansión.

             La amiga de Otto estaba preocupada, sin embargo los golpes eran leves, apenas le reventaron el labio inferior a Jaime y ambos recibieron golpes en el abdomen. Mientras hablaban, escucharon un ruido como turbinas de avión, y vieron en el cielo una luz resplandeciente que viajaba a demasiada velocidad. Los jóvenes se emocionaron y saltaron aun más al ritmo de la música. Jaime estaba espantado, por primera vez sintió el miedo a morir debido a la invasión alienígena. El miedo a los asaltantes no era comparado a este, porque se trataba del fin de la raza humana, pensó que en adelante nada sería igual y estaba condenado a vivir una nueva era gobernada por seres extraterrestres. A pesar de su temor, la fiesta continuó, la bebida y las drogas duraron hasta el amanecer.

            Jaime decidió que lo mejor era ir a la casa de sus padres y pasar el fin de la humanidad con ellos. Después de preguntarle a Otto si quería regresar a Managua le contestó que no porque quería volver a drogarse con ácido lisérgico. Jaime empezó a preguntarles a todos los demás jóvenes si alguno viajaba a Managua. Cuando se iba a dar por vencido, un canadiense dijo que iba de regreso a Managua con su novia y le daban un aventón. Jaime tomó su mochila y se despidió de Otto, y de la dueña de la casa.

            El canadiense se presentó como George Hebert, y su novia como Marian Robert. Abordaron el sedán y comenzaron el viaje de retorno a la ciudad. George tenía planeado ir al aeropuerto y volver a Canadá, eso le iba contando a Jaime, quien intervino y les preguntó si podían detenerse en una tienda de servicio de alguna gasolinera para comprar cigarros. Saliendo de la ciudad de Rivas se detuvieron a comprar gaseosa, agua y cigarros. Cuando por fin Jaime tuvo sus cigarros encendió uno y pensó que al menos moriría haciendo lo que más le gusta.

            Para aliviar el susto de la nave alienígena y romper el hielo del silencio incomodo, Jaime les preguntó qué les trajo a Nicaragua. George dijo que trabajaba en la investigación de su doctorado en ciencias sociales, y Marian lo acompañaba, sin embargo, luego de la noticia de los alienígenas decidió abandonar su proyecto y disfrutar los paisajes del país. Además conocía a Carolina, la dueña de la casa porque ella estudió una maestría de sociología en la Universidad de McGill en Canadá.  Debido a ese contacto vino a la fiesta, pero abrumado por la presión de su novio debido al temor de no volver a casa, decidieron irse en cuanto antes.

             Marian le preguntó sobre su vida a Jaime, aunque estaba renuente a contestar, dijo que estudió filosofía en la Universidad Centroamericana, realizó su monografía sobre el físico y filósofo Mario Bunge, como en Nicaragua no hay espacios para la investigación filosófica, se dedicó a trabajar en centros de llamadas para independizarse y sobrevivir. George le dijo que Mario Bunge le dio clases de filosofía en su universidad, y que el tipo era un genio. Jaime agregó que también fue un gran activista político, y hasta abrió una universidad para obreros en Buenos Aires. George estaba contento porque al fin conocía a alguien que admiraba tanto a Bunge. Le prometió que si el tema de los ovnis terminaba bien, él lo recomendaría para una maestría en Canadá.

            Era mediodía, conducían por el kilómetro 12 de la Carretera a Masaya, faltaba poco para llegar al centro de Managua. Antes de llegar, observaron otra vez la misma nave que sobrevoló en la playa de San Juan del Sur. Quedaron aterrorizados y luego, se sorprendieron al ver vacías las calles, no había una sola alma, incluso los semáforos estaban intermitentes. Avanzaron hasta llegar a la Rotonda Rubén Darío, y dejaron a Jaime cerca de su casa en la Colonia Villa Tiscapa, y George aceleró lo más rápido posible con dirección al aeropuerto.

            Jaime caminó hasta su casa, abrió la puerta y entró a su cuarto. Recordó que la pistola estaba en la mesa de noche, pensó que era el momento para decirle adiós al mundo. Primero llamó a sus padres quienes no contestaron a pesar de llamar a ambos celulares. Supuso que tomaron la misma decisión, así que tomó el arma, deslizó sus dedos por el gatillo, se apuntó en la sien derecha, pero lo interrumpió el timbre del celular, en la pantalla apareció el contacto: «Papá». De inmediato soltó el arma, y contestó la llamada, era la voz de su madre diciendo que no podían contestar debido a la policía que llegó a preguntar por él. Jaime le preguntó con qué propósito la policía lo buscaba, su madre le contestó que era un asunto confidencial, y que ni siquiera se trataban de policías del país, sino otros policías. Esto sorprendió a Jaime aun más, después se escuchó un altercado, y alguien tomó el teléfono para decirle a Jaime que debían encontrarse en cuanto antes.

            Jaime no tuvo temor, invitó a los supuestos policías venir a su casa para hablar. Después de media hora de expectativa los policías aparecieron en la puerta de su casa. Tocaron el timbre, y Jaime se levantó de la cama, tomó la pistola y la guardó dentro del pantalón. Se fijó en la ropa oscura de los policías y sus gafas de aviador, además eran caucásicos, no parecían de nacionales. Abrió la puerta y los sujetos le dijeron que los extraterrestres lo llamaban a él, no sabían cuáles eran las intenciones de estos seres, pero eligieron a varias personas de cada país, y Jaime había sido elegido además de otros jóvenes del país. Los sujetos le pidieron a Jaime que dejara el arma y los acompañara, Jaime dejó el arma en el piso y salieron de la casa, en medio de la ansiedad, Jaime encendió un cigarro, los sujetos eran altos en comparación a Jaime, los siguió hasta un Ford oscuro como de los años ochenta, y después se encaminaron hacia el aeropuerto.

            Después de conducir cuarenta minutos, llegaron al predio baldío donde el Ejército Nacional semanas atrás investigaba, se estacionaron y ahí Jaime encontró un aparato circular que según uno de los sujetos era un portal para llegar a la nave nodriza de los extraterrestres, uno de ellos agregó que según las indicaciones colocaron varios en todo el mundo. Este era el único en todo el país, otros jóvenes que fueron elegidos ya habían cruzado el portal. Los sujetos encendieron la máquina y se abrió el portal cósmico. Empujaron a Jaime mientras se resistía, no obstante, los sujetos eran más fuerte y lo lanzaron al portal.

            Jaime daba vueltas en una espiral donde las estrellas y el universo se conglomeraban, vio las distintas eras de la tierra, los impactos de los asteroides y la formación de la luna. Pronto se sintió atrapado en un limbo, le dio mareos y de repente vio al final del túnel una puerta. Se detuvo y tocó la manecilla, abrió y una luz refulgente cubrió su rostro. Al otro lado se encontró otros sujetos parecidos a los que lo empujaron a través del portal. Se preguntó qué hacían ahí, ellos respondieron mediante telepatía que esta era la forma que los humanos podrían comprender su estado corpóreo avanzado. Jaime se asustó al ver que sus labios no se movían cuando escuchó la voz de uno de los sujetos.

            Los hombres lo hicieron pasar adelante, y le mostraron la tierra en la ventana principal de la nave. Pocos humanos han visto la tierra, dijo uno de los sujetos, y pocos de ustedes se salvarán del exterminio. Las últimas palabras sonaron dos veces en Jaime, su cuerpo se paralizó de miedo, y los sujetos le explicaron que la tierra estaba demasiado contaminada para continuar con el experimento milenario, y ahora que habían encontrado otro planeta habitable, él y muchos más serían los que poblarían ese planeta. Los hombres lo llevaron a una habitación donde se encontró con varios nicaragüenses asustados en sus camas. Otros observaban la tierra a través de la ventana. Los sujetos le dieron unas ropas especiales a Jaime para  que se cambiara. Luego cerraron la puerta y se retiraron. Jaime se cambió de ropa, observó a una muchacha que le parecía conocida, se veía desconcertada, sin embargo le preguntó si estudió filosofía en la Universidad Centroamericana. La joven levantó la mirada y asintió. Jaime recordó su nombre: «Margarita» dijo en sus adentros.

            Después de algunas horas, sonaron los altavoces diciendo que era hora de viajar a la otra galaxia, y que podían despedirse de la tierra. Todos los jóvenes dentro de la nave, tanto nicaragüenses como peruanos y australianos observaron el planeta y vieron cientos de rayos de luz roja atravesando la tierra haciéndola estallar. Las naves se retiraron a velocidad luz cuando terminaron de disparar. Jaime pensó en Otto, también en sus padres y todas las personas que había conocido, ahora solo eran polvo cósmico. El grupo de nicaragüenses estaban aun más espantados, algunos sollozaban, y Jaime se sintió abatido también por el cataclismo. Sus manos temblaban, al rato, los altavoces anunciaron que pronto arribarían al planeta tierra número dos. Jaime subió a la cama, y se acostó, pensó que no tenía cigarros, y que los últimos los dejó en el pantalón y ya alguien había retirado su ropa. Podía soportar una invasión alienígena, pero no tener cigarros era impensable. Bajó de la cama y empezó a sofocarse, intentó abrir la puerta, y sorprendió a los demás, Margarita le preguntó qué le sucedía, Jaime no quería responder, y le dio una patada a la puerta.

            Pocos segundos después apareció un sujeto con la ropa espacial, abrió la puerta y le dio unas pastillas, le dijo que eran para desintoxicar su cuerpo por el cigarro. Agregó que si no las tomaba a las buenas tendría que usar la fuerza. Luego, cerró la puerta y se retiró. Jaime vio las pastillas, entró al baño y abrió la llave del lavamanos, tomó las agrias pastillas, y de inmediato sintió que el cansancio y la tos provocada por el cigarro desaparecieron al igual que las ganas de fumar. Cuando salió del baño volvió a la cama de arriba, Margarita se encontraba mejor y le dijo que extrañaba al Kaiser, un profesor salvadoreño que daba clases en la licenciatura de filosofía. Jaime respondió que en este momento era polvo cósmico, pero su esencia estaba segura en sus mentes, el recuerdo de sus enseñanzas seria eterno. Margarita le dijo que estuvo en la disertación de la monografía sobre Mario Bunge, a Jaime esto le provocó una sonrisa y recordó haberla visto en una esquina del salón donde expuso la monografía.

            Los demás muchachos empezaron a hablar, uno de ellos era el hijo del astrofísico Guillermo Wayland, el primero en sintonizar las señales de los alienígenas en Nicaragua, debido a eso fue escogido entre muchos nicaragüenses. Margarita subió a la cama de arriba cuando todos se calmaron y dormían. Se acostó al lado de Jaime, y le dijo que la abrazara. A Jaime le pareció extraño, pero supuso que era alguien cercano y confiaba en él como para tal solicitud. Y, así durmieron durante horas, hasta que los altavoces resonaron avisando que estaban a punto de aterrizar en el planeta tierra número dos. Los muchachos se despertaron, vieron los vastos océanos del globo terráqueo, y Margarita tomó la mano de Jaime sorprendida por el paisaje. Pronto las naves descendieron, y las bases extraterrestres que adornaban todo los territorios del planeta aparecieron ante los nuevos visitantes.

            Cuando anunciaron que las puertas se abrirían y cada grupo de acuerdo a las nacionalidades saldría de manera ordenada. Les tocó el turno a los nicaragüenses, y cada uno salió de la nave para entrar a las bases donde había cientos de personas con las vestimentas espaciales. Margarita siguió a Jaime de la mano y recorrieron la base. Los altavoces hablaban en todos los idiomas, y luego reunieron a las distintas nacionalidades para ocupar una base según sus estudios. A los filósofos se les ordenó entrar a la base con el título en inglés: Philosophy, y así las demás ramas de la ciencia y humanidades. Margarita y Jaime entraron a esa base y se encontraron con otras personas de distintas nacionalidades. La mayoría parecía feliz. Los debates surgieron a partir de la creación del universo, y las posibilidades de un creador o ser necesario. Pronto iniciaron sus trabajos para recopilar las distintas corrientes filosóficas y contrastarlas con el pensamiento alienígeno. Jaime olvidó sus tristezas y agobios, y su nueva vida comenzó en el planeta que los extraterrestres habían acondicionado para las investigaciones científicas y filosóficas.

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