El agua caía de la regadera y surcaba sus cabellos, Casimiro levantó el rostro y cerró los ojos, sintió unas fuertes ganas de masturbarse, escuchó el rumor del tráfico, levantó una comisura del labio y rumió la idea que venía pensando hace unas semanas, empezó a jugar con su mente al adivina esto. No sabía a quién le hablaba pero suponía que si algo omnipresente existía y lo controlaba todo entonces debía adivinar en qué mano ocultaba el jabón. Dejó de jugar, y apresurado volvió a abrir la llave de la regadera, acabó de bañarse y tomó la toalla, se vio en el espejo sus largos músculos, soltó un golpe con el brazo izquierdo, y otro, con la afeitadora se quitó algunos pelos de la cara, vio la hora y sorprendido por lo tarde que era corrió al armario y agarró la ropa que había dejado lista.
Escuchó el grito previo de su madre, volvió a escucharlo, su hermana desnuda aparecía en su mente, para disipar eso de su cabeza apretó los ojos y se sacudió de lado a lado. Tomó su mochila, abrió la puerta y se encontró a su madre de brazos cruzados. “Casimiro ya es tarde” le dijo. Asintió y caminó hacia la salida, abrió la puerta, bajó las escaleras y salió del edificio La palomera.
Hacía un frío de noviembre, eran las seis de la mañana, Casimiro esperaba el bus, por un momento vio a una señora ser atropellada, pero solo era un invento de su mente. Observó como un tipo lanzó una cáscara de banano desde su auto. Asqueado como siempre le gritó “puerco”. El bus arribó y Casimiro lo abordó. Se colocó los audífonos para escuchar algo de Trip Hop, “na na na na na” cantaba para sus adentros. La imagen de su hermana desnuda volvió a invadirlo. Fue así como ocurrió, no tocó a la puerta, quería sorprenderla y cuando abrió, la encontró con los senos al aire, ella gritó y de inmediato corrió para cerrar la puerta. Casimiro quedó perplejo y desde entonces permanecía absorto pensando en los senos de su hermana. Jamás se le había ocurrido que su hermana lucía exquisita, Casimiro era virgen, y estaba en esa época en la que los muchachos se masturban siete veces al día. Pasó semanas pensando en los senos de su hermana, se masturbó pensando en ella, se imaginó terminando en sus pechos.
El bus iba con dirección a la Universidad Centroamericana, “na nana na na na na” cantaba Casimiro. El bus se aproximó a la bahía, Casimiro se quitó los audífonos y caminó hacia la puerta. El bus se detuvo, la gente empezó a bajar, Casimiro también bajó y empezó a caminar, vio la hora en su reloj, enseguida caminó más rápido. “Si lo controla todo pues adivinaría que estoy pensando” decía para sus adentros. Tenía la sensación de que alguien escuchaba sus pensamientos y más aún cuando se masturbaba. Mientras caminaba tropezó con la gente que se dirigía por el camino contrario.
El tráfico hacia el ruido de siempre, ofuscado por el humo que un bus expulsó, Casimiro corrió para escaparse del hedor. “M****a, ya es tarde” dijo. Llegó a la entrada de la universidad, el guardia le pidió su carné, y lo dejó que podía pasar. Entró al salón de clases, miró que varios de sus compañeros reían pero no sabía si era de él. Vio su cremallera para comprobar que estuviera bien, se acercó a la ventana y vio su rostro, no encontró nada fuera de lo normal. El profesor se ausentó así que todos salieron del aula, Casimiro se dirigió a la Biblioteca José Coronel Urtecho; entró y se sentó a leer el capítulo de Delitos económicos del Código Penal. Se sentía observado, las mesas estaban de tal manera que cualquiera podía ver lo que uno lee, a Casimiro esto le molestaba y siempre duraba menos de media hora porque la tensión aumentaba, sudaba y abrumado por esto se levantaba y se marchaba en busca de un lugar tranquilo. Habituarse a la ciudad se le había dificultado, venía de Matagalpa, y todo permanecía en un estado de alteración que no le permitía ensimismarse. En Matagalpa solía ir al parque a fumar a escondidas de su madre y pensar. Lo peor de todo era soportar el calor de Managua, además que no soplaba el viento como en Matagalpa. Siempre fue así, un joven separado de los demás, veía las modas de los rockeros con pelos exóticos y aretes que los hacía parecer tener una ferretería en el rostro. Casimiro solía ser como un santo de un siglo sentado debajo de un árbol. Siempre con la mirada fija al vacío cavilando la existencia de dios. Mientras caminaba con dirección al Bar Central, recordó que tenía clases a las nueve de la mañana, abrió su mochila y buscó el horario. En efecto, el horario decía que tenía clases a esa hora. Le tocaba atender la clase de Derecho Constitucional con el profesor Ramón.
Eran las ocho con cuarenta y cinco, aprovechó para tomar una Coca Cola y comer las famosas papas del Bar Central. Se sentó a comer y revisar sus anotaciones. En la última clase se debatió la reelección inconstitucional del presidente, unos alegaban que era en el pueblo donde reside el poder y si el pueblo quería reelegir a cualquier presidente entonces debía ser así, Casimiro pensaba lo contrario, influido con varias lecturas de Montesquieu dijo en clases que el poder debía ser delegado para evitar la corrupción. De inmediato saltaron algunos jóvenes de la Juventud Sandinista y lo señalaron de eurocéntrico y neoliberal. Por varios días Casimiro rumió la palabra “neoliberal” investigó al respecto, leyó sobre “la guaca” de Arnoldo Alemán y cambió de parecer. Dio por sentado que la reelección del presidente era necesaria para evitar que volvieran los neoliberales que tanto robaron. Luego que Casimiro que se unió a la Juventud Sandinista, los muchachos empezaron a tenerle respeto, y siempre lo saludaban.
Llegó a la clase de Derecho constitucional, debatieron sobre el canal que se quería construir, los de la Juventud Sandinista junto con Casimiro defendieron la propuesta, algunos del partido conservador los tildaron de imbéciles y algunos que de manera coyuntural eran liberales, señalaron a los muchachos de la JS de retrasados. Como la discusión se acaloró, el profesor tuvo que cerrar el tema y dejar de tarea un ensayo de diez páginas sobre la construcción del canal en Nicaragua.
Terminó la clase, Casimiro se fue a la casa y se encerró en su cuarto para escribir el ensayo.
Este país de glorias y batallas, de confrontación y sufrimiento, tiene una oportunidad para demostrarle al mundo la fuerza de un pueblo luchador, es por eso necesario considerar la construcción del canal interoceánico. Hay sacrificios, y siempre es así cuando surgen avances, estos son necesarios para crecer, todos vamos a sacrificar algo para levantar este país, unos sus tierras, otros con impuestos, algún día nuestros bisnietos nos lo van a agradecer, tenemos que hacer historia, es ahora que nos toca a esta juventud demostrar nuestra capacidades como decía Martí, no tornar a las influencias europeas, crear en nuestra tierra nuevas formas de pensamiento y de propio crecimiento económico independiente.
“Voy bien” decía Casimiro, “voy bien”. Mientras escribía revisaba el ensayo Nuestra América de Martí. Se maravilló por las máximas que encontró en el ensayo. Subrayó en amarillo la parte donde señala que se debe estudiar al dedillo la historia de los incas y los mayas. Exhausto por las tareas decidió tomar una ducha. Agarró la toalla, se desvistió, abrió la puerta del baño y entró a la ducha. Empezó a pensar en su hermana y se masturbó varias veces, y se quedó ahí con la sensación de que era visto por algo invisible. Salió del baño y continuó escribiendo su ensayo. Le parecía que debía extenderlo a diez páginas, la imagen fija de su hermana le impedía concentrarse, suspiraba, pensaba que era un aberrado por desear a su hermana, ella con quien había crecido, consideraba la posibilidad de que estaba loco pero al mismo tiempo argumentaba que era algo natural. Continuó con el ensayo y se esclarecieron varias ideas que anotó en su cuaderno. Pasó toda la tarde escribiendo, se sentía inspirado y al anochecer ya tenía listo un buen borrador. Fue a su cama y le asaltó una idea para mejorar una parte del escrito pero estaba cansado, así que decidió dormirse.
En su sueño pudo ver el momento preciso en que encontró a su hermana con los senos al aire, la imagen era en cámara lenta, escuchó el grito de su hermana y luego el cerrar de la puerta. Continuó toda la noche reviviendo el momento, parecía que el sueño se dividía en secciones, primero al abrir la puerta, luego al ver a su hermana y por último al cerrar la puerta. Y se repetía una y otra vez. Movía sus ojos a toda velocidad y se sacudía como si tuviera espasmos, ya en la madrugada soñó que su hermana estaba encima de él. Se despertó sudado y sorprendido por lo real que había sido el sueño, se levantó y salió de su cuarto, para confirmar que todo había sido parte de su imaginación tocó la puerta de la habitación de su hermana y ella enojada abrió. Casimiro le preguntó si había entrado a su cuarto, ella le respondió que no, entonces Casimiro volvió a su cuarto, se lanzó a la cama y se durmió pensando que el sueño había sido tan real que hasta terminó en sus calzoncillos.
Diario La PrensaEditorial Posible invasión alienígena en NicaraguaLa preocupación de los habitantes de Managua es cada vez mayor debido a las maniobras militares cercanas al Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino. El Ejército Nacional prometió brindar una conferencia de prensa, sin embargo, han pasado dos semanas y todavía se guarda silencio de la supuesta prueba de armamento. No obstante, varios pobladores confirmaron haber visto en el cielo un gran objeto en llamas que cayó en picada en los predios baldíos. Tomás Quintera, conductor que transitaba de sur a norte en la carretera panamericana, se detuvo para adentrarse a la zona de impacto, pero los soldados del ejército llegaron en camiones y helicóptero para acordonar el lugar. Un poblador asustado por la explosión también se acercó, de igual manera los soldados le prohibiero
La verdad es que me urgía la plata tanto que me convertiría en traficante de cocaína si pronto no lo conseguía. Una vez, Joaquín empujó la puerta, vestía su eterna y hedionda camisa de Carga Cerrada, jeans con hoyos y zapatillas converse clásicas; prendió la luz, y, levantó sus manos mostrando los billetes como un abanico chino. Mis comisuras desgajadas se convirtieron en una ristra de dientes: algunos manchados y otros perlados. Me incorporé hacia él levantándome con largos pasos. Descalzo pude sentir la energía de todo el universo o tal vez solo era dopamina liberándose al ver aquellos crujientes billetes. Apagué la luz porque me mareaba: horas atrás yacía en la penumbra pensando en mi muerte. Unos destellos ama
1De los peores lugares para dormir existe uno en particular ubicado en las celdas de Auxilio Judicial, centro policial de investigación y detención en Managua, lugar donde se encontraba Peralta desde hacía doce horas. El bochorno tropical, y la pestilencia del excusado en una esquina lo tenían mareado, y a punto de vomitar. Lo último que recordaba fue el golpe que le dio un policía por hacer un alboroto en la discoteca El caramanchel. Peralta era de los borrachos bochincheros, es decir, tomaba en exceso para luego buscar pleitos con cualquiera. Era un hombre que tenía apariencia de galgo corredor, y sí que corría cuando tocaba hacerlo. Pero esta vez no pudo escapar, y tuvieron que encerrarlo para que se le calmara el guaro. A las tres de la tarde, uno de los guardias oficiales se acercó a la celda donde se encontraba Peralta.&nb
Durante años escribió artículos ateos y anarquistas para el diario local. También publicaban sus relatos fantásticos, el más famoso de corte simbolista se titulaba “La odisea de los rosales”. Ya estaba algo viejo, las expectativas eran mínimas, lo mejor del día era levantarse a ver el amanecer, tomar un café y comer un trozo de pan lleno de jalea. Fue en primavera. Comenzó con fuertes dolores en el pecho, pero no eran espasmos, eran dolores de tristeza, una terrible nostalgia por su juventud, por sus años como colaborador en el diario, y todas las horas que había escrito con fervor. En la mecedora se sentaba para ver pasar el día aguantando los dolores en el pecho y la presión en la garganta que daba la sensación como si lo estuvieran estrangulando. Los dolores empeoraban al atardecer, se sentía casi a punto de desmayarse, de vez en cuando vomitaba en el retret
En un país de Latinoamérica donde Rogelio Morales era ciudadano se corría la voz que ser joven era un delito, por lo tanto, todos los muchachos tenían prohibido reunirse en privado, tampoco se les permitía caminar en la calle a media tarde, mucho menos salir al parque por la noche. Al escuchar el rugido de los Jeeps camuflados de la guardia los muchachos corrían y se ocultaban en las casas de los vecinos, incluso trepaban los techos y, ahí permanecían ocultos hasta que la guardia se marchaba. A diario se veían jóvenes contra la pared o boca abajo en el pavimento siendo requisados. El dictador temía de los rumores que se escuchaban en la montaña. Rumores que eran ciertos, muchachos decididos por derrocar el gobierno huían de la ciudad para aglomerar un ejército de rebeldes armados.
El sueño se cumplió, eran como las cuatro de la tarde, mi padre fue arrollado por un auto y murió de manera instantánea. Semanas atrás me atormentaban las pesadillas, era lo mismo, mi padre cruzaba la avenida universitaria después de dar clases y un auto que conducía a toda velocidad lo arrollaba. Reiteradas veces le conté a Patricia, mi hermana mayor, sobre el sueño. Ella dijo que eran patrañas, que nada de eso sucedería, pero siempre que soñaba con algo sucedía en la realidad. La primera vez fue así, soñé que mi hermana abortaba, y abortó a las semanas siguientes. Yo no le dije nada por temor a que me regañara mi madre, pero luego le dije y me reclamó diciéndome por qué no le había comentado nada del sueño. Ahí empezó todo, ella me explico que era de familia tener epifanías. Se remontaba a mi bisabuela materna, doña Mathilde Salazar. Mi bisabuela ofrecía sus servicios de clarividencia en Masaya. Todo mundo la conocía como “la hechicera”. Dice mi madre que ella pactó con el diablo